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El sueño del viaje en el tiempo
El hombre… puede ascender en contra de la gravedad en
un globo. ¿Por qué no esperar ser capaz de detener o acelerar su viaje a través
de la dimensión tiempo o, incluso, virar y viajar en sentido contrario?
H.G. Wells,
La máquina del tiempo, 1895
¿Qué haría usted con una máquina del tiempo?
Ninguna propuesta de la
ciencia-ficción ha fascinado tanto al ser humano como la de los viajes en el
tiempo. ¿Qué haríamos si dispusiéramos de una máquina del tiempo? Podríamos ir
al futuro y hacer un recorrido turístico por el siglo xxxiii. Y también volver al presente con un remedio para el
cáncer.
Podríamos regresar al pasado y
rescatar a un ser querido, o asesinar a Hitler y evitar la segunda guerra
mundial, o comprar un pasaje para el Titanic
y advertir a tiempo al capitán sobre los icebergs. Pero ¿y si el capitán
ignorase nuestro aviso, al igual que ignoró muchos otros, y el transatlántico
se hundiera a pesar de todo? En otras palabras, ¿el viaje en el tiempo permite
cambiar el pasado? La noción de viaje al pasado implica algunas paradojas. ¿Qué
pasaría si en un viaje al pasado matáramos accidentalmente a nuestra abuela
antes de que ésta diera a luz a nuestra madre?
Aunque fuera imposible alterar el
pasado, viajar hasta él seguiría resultando atractivo. Aunque no pudiéramos
cambiar el curso conocido de la historia, podríamos participar en él. Por
ejemplo, sería posibleretroceder en el tiempo y ayudar a los aliados a ganar la
batalla de Midway en la segunda guerra mundial. A muchos les gusta reproducir
las batallas de la guerra de Secesión; ¿qué sucedería si fuera posible
participar realmente en una de ellas? Si eligiéramos una batalla ganada por
nuestro bando, participaríamos en la apasionante experiencia con la
tranquilidad de conocer el desenlace. Incluso podría ocurrir que el curso de la
batalla estuviera determinado por la presencia de esos turistas procedentes del
futuro. De hecho, hay quien afirma que ciertos personajes históricos muy
adelantados a su época, como Leonardo da Vinci o Julio Verne, han sido viajeros
del tiempo.
Si nos decidiéramos a viajar en el
tiempo, podríamos elaborar un increíble itinerario. Sería posible coincidir con
figuras de la talla de Buda, Mahoma o Moisés; podríamos comprobar el aspecto
real de Cleopatra o asistir a la primera representación del Hamlet shakespeariano, o bien colocarnos
en cierto montículo de Dallas y verificar personalmente si Oswald era el único
asesino. Podríamos presenciar el sermón de la montaña de Jesús (filmarlo,
incluso), o recorrer los jardines colgantes de Babilonia. Las posibilidades son
infinitas.