Travesías. Memorias (1925-1955)

Prólogo

No he conseguido saber con certeza si nací el 27 o el 28 de junio. Sobre el año no hay duda: l925, ni tampoco sobre el lugar: Maison-Carrée, un pueblecito a las afueras de la capital de Argelia. Según parece, llegué al mundo en la habitación que llamaban del Marabout, la más amplia y noble de la villa de mis abuelos maternos, Vicente Bonmatí y Mariana Botella, una habitación que estaba reservada para huéspedes ilustres o acontecimientos «históricos». Por lo que me han contado, mi padre estaba entonces en Sevilla con mi hermana Solita y por lo tanto le tocó a Tonton Pierre, marido de Tata1 Roselia, hermana de mi madre, acudir al Ayuntamiento, donde me inscribió en el registro con el nombre de Jacques Pierre Salinas. Né le 28 Juin de 1925. Fils de Pedro Salinas et Margarita Bonmati. A pesar de ello, desde que tuve uso de razón, recuerdo que mi cumpleaños siempre se celebraba el 27.

Me he preguntado más de una vez por qué mi madre decidió dar a luz en Argelia y no en Sevilla, donde cinco años y medio antes había venido al mundo mi hermana Soledad. Años después, Tata Andrea me explicó que durante aquel primer embarazo de mi madre, mi padre había dado tantas muestras de preocupación y angustia que privó a mi madre de la tranquilidad necesaria para dar a luz; tanto es así que ésta tomó la firme decisión de que, si volvía a quedar embarazada, acudiría cerca de su madre y hermanas para librar a mi padre de sus sufrimientos. Tampoco descarto el que mi madre, que siempre se sintió más francesa que española y que nunca estuvo a gusto en Sevilla, pensara que, si yo nacía en suelo francés, llegado el día, podría gozar de su nacionalidad.

Pero la fecha de mi nacimiento sufrió un nuevo cambio cuando en agosto de l936 –estábamos en Santander desde principios de julio–, mi padre fue precipi­ta­da­mente al Gobierno Civil para pedir pasaportes a fin de que mi hermana y yo pudiéramos salir de España en cuanto se presentara la ocasión. Cuando mi padre me enseñó el mío, protesté enérgicamente porque constaba que había venido al mundo el 28 de junio. Mi padre, un tanto irritado, insistió en que los tiempos no estaban para pedir rectificaciones y que, por un día, no iba a poner en peligro nuestra salida de España. Tuve que aguantarme, aunque me costó aceptar un cambio perpetrado con tanta ligereza por muy acuciantes que fueran las circunstancias. Fue mi madre la que, para apaciguarme, me contó que había nacido el 27 al filo del 28, y que Tonton Pierre, nadie sabía por qué, dio la fecha del 28.

Un año después, en junio de 1937, cuando mi madre, mi hermana y yo vivíamos refugiados en la villa de Maison-Carrée, se celebró mi cumpleaños el 27, sospecho que por el deseo de mi madre de darme gusto, y lo recuerdo porque fue el último aniversario que se celebró en el entorno de la familia Salinas: a partir de ese día, en nuestra casa, no volvió a festejarse ni cumpleaños ni Navidad ni Reyes. Como no hay mal que por bien no venga, a partir de cierta edad uno quiere olvidar el paso del tiempo y gracias a ese vaivén de fechas he podido esquivar las cariñosas felicita­ciones de los amigos que año tras año me llaman el 28, y a los que respondo que mi cumpleaños es el 27. Por fortuna, desde hace años sólo Rosa Regás y El Corte Inglés siguen recordando la(s) fecha(s). A Rosa logro confundirla, pero los ordenadores de los grandes almacenes «nunca se equivocan».

Fuera el que fuese el día en que nací, sé con seguridad –porque me lo contó Tata Net ya muertos mis padres– que a los pocos meses de nacer me embarcaron con mi madre, dos o tres de sus hermanas y mi prima hermana Mita en un paquebote superviviente de la primera guerra mundial y capitaneado por un viejo amigo de mi abuelo, que todas las semanas cruzaba el Mediterrá­neo de Argel a Alicante. Una vez a bordo se nos asignaron los dos mejores camarotes, aunque el mío fueran los brazos de Tata Net que, a pesar de ser algo más joven que mi madre, ya había criado a sus dos hijos y para la travesía insistió en otorgarse el papel de niñera del cuarto nieto Bonmatí.

 

 



1 Tonton, Tata: en francés, «tito» y «tita», respectivamente. (N. del A.)