Prólogo
El cáncer
es una de las grandes plagas de nuestra sociedad. Durante años fue sinónimo de
muerte anunciada, lo que despertó una sensibilidad especial hacia todo lo
referente a esta enfermedad, desde los factores predisponentes hasta cualquier
cosa que pudiera curarla o paliarla. Su estudio está íntimamente relacionado
con la investigación en el ámbito de varias disciplinas científicas.
Este
trabajo no pretende ser un análisis de lo que el cáncer supone psicológicamente
para quienes lo padecen o para sus allegados. Tampoco vamos a tratar los
problemas sociales que comporta, pero sí el modo en que éstos pueden influir en
las líneas que se siguen dentro del amplio campo de la investigación de esta
enfermedad.
Nuestro
análisis se centra, concretamente, en la investigación científica realizada por
Manuel Perucho sobre diversos mecanismos de desencadenamiento de tumores. Lo
tomamos como caso paradigmático de un tipo de estudio en el que la
investigación básica interactúa con diversas ciencias aplicadas y con la
tecnología. En la investigación del cáncer se engarzan varias disciplinas
científicas: la biología, la medicina, la farmacología y, en un plano más
especializado, la biología molecular y la oncología. La tecnología desempeña un
papel importante, tanto en su utilización para la propia investigación como
para la aplicación de tratamientos (por ejemplo, radioterapia). Éstos son
algunos de los aspectos que podemos considerar como estrictamente
internalistas.
Sin
embargo, la investigación del cáncer forma parte de la política científica de
los gobiernos y de muchas instituciones privadas. En una palabra, está
institucionalmente establecida, lo cual hace que otras disciplinas, como la
economía, la sociología y la ciencia política, se vean también implicadas, en
alguna medida, en este campo de investigación. La hipótesis de trabajo general
es que la investigación del cáncer es un caso paradigmático de práctica
científica en la que la investigación básica, la ciencia aplicada y la
tecnología se ven implicadas y relacionadas, y, en consecuencia, algunos de los
objetivos que persigue dicha investigación trascienden el plano científico y se
internan en el campo sociopolítico. Desde el campo filosófico, el análisis de
la investigación científica del cáncer se inserta en diversos campos, como la
tecnología, la praxiología y la ética, así como en lo que últimamente se ha
venido a designar como «ciencia-técnica-sociedad»,
o science studies.
Este libro
consta de tres partes. En la primera se presenta el marco teórico que luego se
va a discutir y elaborar en el análisis del caso histórico. La segunda parte
es, básicamente, histórica, y en ella repasamos los antecedentes del
descubrimiento de Manuel Perucho a fin de comprender mejor el caso que
analizamos. En la tercera parte abordamos las cuestiones más relevantes,
filosóficamente hablando, y las analizamos bajo el prisma del marco teórico,
especialmente importante para este tipo de prácticas científicas en que
intervienen factores internos y externos de la ciencia.
En los capítulos
que componen la primera parte se abordan cuestiones como la delimitación de los
conceptos de ciencia pura, ciencia aplicada, ciencias de diseño y tecnología;
la estructura del razonamiento práctico; la tesis de la finalización de la
ciencia y sus repercusiones en el estudio de la investigación del cáncer; la
relevancia de los estudios de
ciencia, técnica y sociedad (CTS); las aportaciones de Giere y otros filósofos
con relación al tema de los procesos cognitivos que están detrás de la toma de
decisiones de un científico; cuestiones metodológicas como la distinción
teórico-observacional, el método popperiano, la falsación, la relación entre
hipótesis y experimento, el concepto de artefacto y las técnicas e
instrumentos.
A lo largo
del libro la discusión en torno al marco teórico ha recibido más peso del que
se le suele dar en los llamados science
studies, porque consideramos que el tipo de análisis que aquí planteamos
tiene unas características que difieren en aspectos importantes de los que
habitualmente se han tenido en cuenta en el estudio de casos históricos. La
idea del estudio de dichos casos surgió con la irrupción de la historia en la
filosofía de la ciencia con las aportaciones de Kuhn, de Lakatos y de Laudan,
entre otros. Durante los años sesenta y setenta del pasado siglo aparecieron
numerosos estudios históricos desde la perspectiva de diversos modelos de
cambio científico. Como estos modelos eran bien conocidos entre la comunidad
científico-filosófica, en muchos estudios se pasaba directamente a analizar el
caso histórico sin explicitar en detalle los modelos utilizados. La mayoría de
los modelos de aquella época, a pesar de que suponían un cambio respecto a
enfoques filosóficos anteriores en el sentido de que abordaban el contexto del
descubrimiento, la historia que analizaban era, mayormente, interna. La
intervención de factores sociales en el desarrollo de la ciencia –que, en casos
como Kuhn y Feyerabend, era más que evidente– se refería a la repercusión de
dichos factores en la propia historia interna, pero no a las consecuencias
sociales, éticas y políticas de la investigación científica. Hay que señalar,
además, que las ciencias que se analizaron, fundamentalmente, fueron algunas de
las llamadas ciencias puras o básicas (física, astronomía, química y biología).
En el caso
de la investigación del cáncer, ésta no puede abordarse desde una sola
disciplina, ya que, además de algunas ciencias puras, están implicadas algunas
de diseño y varias tecnologías. La cuestión que podemos plantear es si en las
dos últimas décadas han surgido enfoques capaces de abordar los elementos
nuevos que hemos señalado. No dudamos de su existencia y de su implantación,
pero nuestra impresión es que, o bien estos marcos teóricos tienen carencias
conceptuales importantes que les incapacitan para abordar la complejidad del
fenómeno estudiado, o bien no compartimos sus tesis. Por todo ello, nos ha
parecido imprescindible dedicar la primera parte a analizar los distintos
marcos teóricos que abordan la práctica científica, al mismo tiempo que
proponemos nuestra propia concepción sobre estos temas. Y lo llevamos a cabo
desde el estudio de un caso concreto en el que convergen elementos tanto
internos como externos a la propia investigación científica.
En los
capítulos que componen la segunda parte se aborda una breve historia de la
investigación del cáncer desde la antigüedad hasta los años setenta del siglo xx; una descripción de cómo se gestó el
modelo de los oncogenes y la teoría del acelerador y el freno; la aportación de
Manuel Perucho en este campo de la investigación del cáncer; la crónica del
experimento: presentación de toda la evidencia que posteriormente se usará en
el análisis del caso histórico; y los factores externos del descubrimiento: las
vicisitudes de un investigador en busca de subvenciones (grants), la organización social del laboratorio de Perucho y la
publicación de los resultados (cómo se escriben, cómo se evalúan, cómo se
distribuyen, etcétera). En términos propios de la filosofía de la ciencia,
podemos decir que el trabajo pretende abordar cuestiones referentes tanto al
contexto de la justificación como al del descubrimiento. Y ya en este último,
poner de relieve la historia propiamente dicha de los pasos que el investigador
–en nuestro caso Manuel Perucho– sigue desde que concibe la idea hasta la
publicación de los resultados.
El estudio
del descubrimiento de Perucho no es, en sentido estricto, una reconstrucción
histórica desde los modelos de cambio científico, aunque sí se realiza el
análisis desde los marcos teóricos expuestos en la primera parte. No sólo esto,
sino que consideramos que este caso viene a apoyar las tesis que mantenemos
sobre los modelos interdisciplinares de las ciencias. Respecto a este punto,
siempre surge la pregunta de hasta qué punto pueden sacarse conclusiones o
principios generales a partir de un solo caso, sea en el terreno de la ciencia
o de la filosofía. También se dice que esto es abusar de la historia. Frente a
estas posibles objeciones podemos decir que los estudios de casos históricos
sirven de ejemplo a una serie de tesis filosóficas que, por supuesto, podrían
ser cuestionadas por otros casos históricos. Podemos decir que usamos, en el
buen sentido del término, pero no abusamos de la historia, de la misma forma
que la crítica literaria «usa» las obras literarias y las obras de arte para
analizarlas desde determinados modelos estéticos.
Los
apéndices tienen el objetivo de mostrar ejemplos de las actividades y de la
dinámica de la investigación científica, no de proporcionar todos los datos de
la investigación de forma exhaustiva, como sucede en los estudios históricos.
Así, se transcriben los informes de los árbitros de Cell, pero no de los de todas las revistas.
Además del
texto a través del cual desarrollamos el trabajo, hemos añadido una serie de
recuadros, apéndices, material de laboratorio y muestras de cuadernos de
trabajo que tienen la doble función de complementar el texto y de servir de
ayuda para el lector no especializado en biología o en filosofía.
La tercera
parte hay que entenderla como las conclusiones a las que hemos llegado respecto
a aspectos metodológicos, ontológicos, praxiológicos y cognitivos de la
investigación científica. La idea que subyace a todo este análisis es que es
posible efectuar una aproximación racional al estudio de la práctica
científica, y que la intervención de elementos sociopolíticos en la ciencia no
implica, necesariamente, la aceptación de las tesis construccionistas,
antirrealistas y posmodernas, todas ellas bajo el auspicio de un relativismo
epistemológico que socava cualquier posibilidad de conocimiento.