Comienzo de La dama errante
«En nuestra época y en nuestro
país es muy difícil ser niño. La vida se marchita pronto, cuando no brota ya
mustia por herencia. La mayoría de los hombres y de las mujeres no han vivido
nunca en la niñez. Es verdad también que casi nadie llega a vivir
la juventud. El padre, la madre,
el criado, el profesor, la institutriz,
el municipal, todos conspiran
contra la infancia; como el negocio, el dinero, la posición social, la vanidad
política, el deseo de representar, conspiran contra la juventud.
»En España, y en nuestros tiempos de industrialismo, de lujo y de
laxitud, para estar en buena armonía con el ambiente, se necesita ser viejo
desde la cuna, y, para consolarse un poco, decir de vez en cuando: “Es preciso
ser joven, hay que reír, hay que vivir”. Pero nadie ríe, nadie vive.
»Y España es hoy el país ideal para los decrépitos, para los indianos,
para los fracasados, para todos los que no tienen nada que hacer en la vida,
porque lo han hecho ya, o porque su único plan es ir vegetando.
»María Aracil disfrutó la suerte de pasar los primeros años de su
existencia un tanto abandonada, y, gracias a su abandono, pudo tener ideas de
niña y vida de niña hasta los catorce o quince años.»