La raza (Trilogía). La dama errante, La ciudad de la niebla, El árbol de la ciencia

Comienzo de La dama errante

 

«En nuestra época y en nuestro país es muy difícil ser niño. La vida se marchita pronto, cuando no brota ya mustia por herencia. La mayoría de los hombres y de las mujeres no han vivido nunca en la niñez. Es verdad también que casi nadie llega a vivir

la juventud. El padre, la madre, el criado, el profesor, la institutriz,

el municipal, todos conspiran contra la infancia; como el negocio, el dinero, la posición social, la vanidad política, el deseo de representar, conspiran contra la juventud.

   »En España, y en nuestros tiempos de industrialismo, de lujo y de laxitud, para estar en buena armonía con el ambiente, se necesita ser viejo desde la cuna, y, para consolarse un poco, decir de vez en cuando: “Es preciso ser joven, hay que reír, hay que vivir”. Pero nadie ríe, nadie vive.

   »Y España es hoy el país ideal para los decrépitos, para los indianos, para los fracasados, para todos los que no tienen nada que hacer en la vida, porque lo han hecho ya, o porque su único plan es ir vegetando.

   »María Aracil disfrutó la suerte de pasar los primeros años de su existencia un tanto abandonada, y, gracias a su abandono, pudo tener ideas de niña y vida de niña hasta los catorce o quince años.»