El descenso del monte Morgan

Breves acordes de música acompañan los cambios de tiempo y lugar.

Una cama de hospital en la que yace Lyman Felt. Momentos después entra la enfermera Logan. Es negra. Él duerme profundamente, con intermitentes ronquidos. Tiene vendados la cabeza y el torso, una pierna escayolada, en alto, y un brazo en un ángulo poco natural. Ella ajusta la posición del colchón con una vuelta de palanca. A continuación se sienta al lado, abre una revista y, pasando las hojas despreocupadamente, mira las fotografías. Al cabo de un momento...

 

lyman (los ojos todavía cerrados): Gracias, muchas gracias a todos. Siéntense, por favor. (La enfermera se vuelve y lo mira.) Esta tarde tenemos mucho material… no material… sí, material… que abordar, así que, si son tan amables, tomen asiento y crucen las piernas. No, no… (ríe débilmente.) No crucen las piernas; basta con que tomen asiento…

enfermera: Señor Felt, ha pasado por el quirófano. Debería descansar… ¿O está grogui?

lyman (duerme por un momento, ronca, y después): Hoy me gustaría que considerasen el seguro de vida desde una perspectiva distinta. Quiero que imaginen el sistema económico en su conjunto como una teta gigante.

enfermera: ¡Vaya, vaya! (Ríe abochornada.)

lyman: Así pues, la misión del individuo consiste en conseguir un buen sitio en la cola para dar una chupada. De donde, dicho sea de paso, viene la expresión «chupar del bote». O… o no. (Ronca profundamente.)

enfermera: Si esto va a más, igual hay que ponerle otra inyección… (Vuelve a pasar las hojas.)

 

(Entra el padre; lleva un panamá, empuña un bastón, fuma un cigarrillo con boquilla, arrastra un amplio paño negro. Se acerca y se inclina sobre Lyman en ademán de besarlo… Lyman se pone tenso, deja escapar un grito mezcla de miedo y esperanzada sorpresa, con los ojos todavía cerrados. El padre se yergue y mueve la cabeza en gesto pesaroso.)

 

padre: Esto no es nada bueno para el negocio. (Lyman lloriquea en actitud suplicante.) ¿Para qué necesitas patines si cuando te caes, se ríen de ti? Nunca hables de negocios con mujeres; Dios las ha creado sólo para una cosa, obedece a Dios. Tienes los dientes salidos, tienes las orejas salidas, lo tienes todo salido, lamento decir que eres un chico muy tonto, una gran decepción. (Cabeceando, se retira a la penumbra.) Esto no es nada bueno para el negocio.

lyman: Te lo prometo. ¡Papá! (Levantando la voz.) ¡Te lo prometo! (Abre los ojos; asimila gradualmente la presencia de la enfermera.) ¿Es usted negra?

enfermera: Eso me han dicho siempre.

lyman: ¿Es usted… esto… una diplomada del programa de recolocación?

enfermera: ¿Enfermera diplomada? Sí.

lyman: Bravo. Tengo un curso de formación estupendo para ustedes, el mejor del sector, y antes otro de introducción a las ventas. Ahora no hay elecciones, ¿no? ¿Eisenhower o algo así?

enfermera: ¡Eisenhower! Desapareció hace mucho, mucho tiempo. Y es diciembre.

lyman: Ah. Porque en época de elecciones hay más probabilidades de hablar con desconocidos… ¿Por qué no puedo moverme si puede saberse?

enfermera: Se ha roto varios huesos. Dicen que bajó el monte Morgan esquiando en un Porsche.