Esta
mañana, tras una buena
charlalargas discusiones con mi agente, le
he enviado a Simona Princip, mi editora, lo que siguesiguiente:
Soy incapaz deNo sabría
escribir esto de forma
clara y ordenadaen secciones pulcras y organizadas, ya
me conoces. Así que te
lo suelto un poco al buen tuntún iré soltando el rollo para que te hagas una idea. según me
salga, y con eso decide tú misma.
DESDE EL
FARO
Yo no quieroLo que me
propongo escribir no será una novela per se (o sea, del estilo o al menos,
no como mis novelasde las anteriores). Esta vez tiene que serSerá, en cambio,
la novelización de algo más
real, pero no de
algo que ya haya sucedido sino de algo que esté a punto de suceder, porque seré yo quien lo provoque, uno de estos días y durante un mes, seguramente agosto.que sucedió realmente. No algo
que ya ha sucedido, sino algo que, porque yo lo provocaré, un día, de un mes,
agosto con casi total seguridad, ocurrirá. La mitad delde mi trabajo
para escribirla (estala
docunovela,la historia real o,llámala
como quieras llamarla)
consistirá en controlar yo
misma el curso de los acontecimientos.
Mi idea: Me pagáis un generoso adelantosustancial
y con parte de él meyo
alquilo una casa grande junto al mar (con vistas a un faro, a ser posiblepreferiblemente).
Luego me pongoDespués me
pondré en contacto con algunos amigos míos, de aquí en adelante «lospersonajes».
Lo que voy a proponerlesles
propondré, así
por encima, a grandes rasgos será esto:
«Te invito Puedes
venir a pasar un mes, gratis totalsin pagar nada de nada,
ena
una preciosa encantadora
casa que he alquilado en la playa. (Se incluye buena comida y alcohol a raudales, y sin pagar, claro.)También
están asegurados los suministros de buena comida y
cantidades ingentes de alcohol, 'gratis'.) A cambio... Aunque...sólo te pido que me dejes
escribir todo cuanto suceda durante ese mes como si fuera una especie de
novela. después tendrás que permitirme escribir las
peripecias del mes en forma de semificción. (En otras palabras, que prometes no
demandarme.)
»Los
abogados de mi editorial ya
se ocupan de eso. Descargos de responsabilidad y tal. Cosas de derechos
de autor. En cualquier caso, al final del libro propuesto, dispondrás de tres
páginas enteras (unas mil palabras) para decir lo que te dé la ganaexactamente lo que quieras.
Si te parecepiensas
que he distorsionado laos
cosashechos, que he mentido descaradamente, contado
mentiras flagrantes o lo que sea, tendrás derecho apodrás
contradecirme. Y yo, por mi parte, prometo respetar al pie de la letra no interferir en la edición
de lo que
escribastu texto de ningún modo. Aunque eso
sea, como sospecho que más
de uno tendrá la tentación de haceralgunos serán,
injurioso hacia mi persona. Invitaré también a otros diez amigos. A algunos los
conoces, a otros no».
Seleccionaré mis personajes
cuidadosamente: un par de parejas, un cuarteto de bisexuales solteros, uno o
dos egoístas, alguna que otra reina del numeritodrama, alguien con tendencia al
suicidioalgún suicida, algún excéntrico,
alguien mayor, al menos otro escritor profesional (pero con menos éxito que yo). Mezclar todos
los ingredientes. Empapar en alcohol. Añadir un pellizco o dos de polvos
mágicos por encima. Y, voilà, hora del cóctel.
Además, en
cuanto todos hayan confirmado su asistencia, me sentaré a escribir una
sinopsis. Será una
previsión, pronóstico de unas diez páginas, en
la que expondré con la mayor precisión lo que yo creo que va a suceder una vez
se reúnan mis personajes. Cuando termine, la sellaré, la certificaré ante notarioautenticaré, te
la entregaré y se publicará en el momento adecuado en el mismo libro. Y así, la
gente, que es como
me refiero a los lectores, podrá comprobardescubrirá lo siguiente: ¿He
acertado o me he equivocado? ¿Conozco a mis amigos tan bien como creo?
Evidentemente,
no tendré oportunidad de cambiar ni una coma de la sinopsis... una vez llegue a
tus manos. (Aunque puede que tenga que escribir una adenda.)
Por
último, si lo que te preocupa es que no vaya a ocurrir nada de nada y que la
cosa se quede en agua de borrajas, te prometo que por lo menos algo
espectacular sucederá. Por desgracia, no puedo decirte qué. Tendrás que confiar
en mí.
¿Lo qQue cuánto os va a costar?
Bueno, en condiciones normales os pediríadiría que me
hicierais una oferta de
esasdel tipo que mi agente califica de
«interesante»; pero con una idea tan buena, me parece que tendríais que estirarlaos hasta «muy».
................
Esta misma tarde, Simona ha contestadocontestó:
Victoria,
¡eres genialun genio!
Cuenta
conmigo, como editora y participante.
(¿Puede ir
también William? Por favor. Se muere de ganas.)
«Muy»
es mucho, pero déjame ver qué puedo hacer.
*
Algún
capricho merezco, ¿no?
MIDIARIO
DE VACACIONES
Junio.
Atenas está muy bien de tráfico. Tan bien, diría, como cualquier otro lugar del
mundo.
Zapatos,
zapatos y más,
zapatos. Esta ciega e
irresistible fascinación que siempre despiertan (en mí)Las abrumadoras y devoradoras
fascinación e importancia delos zapatos(para mí).
Hotel
Stanley. X está tumbado en diagonal sobre la cama. Anoche salimos a cenar a un
restaurante fastuoso y bebimos demasiado vinoacho fastuoso y peleón. X lleva toda la mañana en el baño,
vomitando como un gatito en una alfombra nueva.
Puerto del
Pireo. Península de Grecia. El sol resplandece en las sábanas.cuelga en
cortinas brillantes. Esperamos un jetfoil. X ha ido a comprar un
par de botellas de agua. Nota: la estatua de mármol de la plaza, con su inevitablesu
«bigote de libertador nacional»patentado. Se ve lo mismo por toda
Europa (incluyo a Rusia, incluyo a Lenin). El bigote desaparece cuando una
acaba en el país de Mao, pero la estatua sigue siendo más o menos la misma.
Tiesa. Masculina. Ridícula.
La única
palabra que he entendido del mensaje de «bienvenidos a bordo», enteramente en
griego, que emitían ahora mismo por megafonía, ha sido «katastrof».
Isla de
Naxos. Bocinas, petardazos, gritos y runrunes. Sé que parece un cliché, pero
qué apasionados son por estos pagos. Nuestra habitación está en mitad de la
conocidísimaa
«Ccalle
del
cataclismo de la bronca infernal de todos los díasdiario
vocinglero a las tres en punto de la tarde». Los basureros van y vienen comose vuelven
psicópatas.
Consejo
para turistas deen
viajes organizados: la ropa chillonade colorido
intenso y los peinados historiadosexagerados son la mejor maneras de expresar una estupendamaravillosas de
expresar la falta de personalidad.
Llegamos
ayer por la tarde a la más pequeña islade
las Cícladas, la isla de
Iraklia. Me sentía como si los mozos de equipajes de todos los aeropuertos –en
un viaje con transbordos en Reikjavic a Delhi– me hubieran pateado como un
balón de fútbol.
La playa,
por fin. Lo que voy a escribir, Desde el faro, si sale bien, será la
mejor lectura playera del mundo, la mejor: malvada, criticona, con la dosis
justa de chismes. (Ya sabéis a qué me refiero, queridos, no finjáis que no.)
Las cartas de Virginia Woolf (aquí en la bolsa de red) están muy bien, pero no
es que la «inflamen» a una precisamente, ¿verdad que no? Soy Iinjustao: claro que inflaman,
pero menos las bajas pasiones que las del espírituelevadas. Y
mientras me torrocarbonizo a gusto como un pollo al horno gracias al factoren Sun Mark
8, chupando el factor de mi Ambre S (o ese otro protector deprotector con
nombre tan estupendo, magnífico
que es Piz Buin, por supuesto, ¿quién si
no?), necesito un poco de alegría en el cuerpoalgo de brío,
algo que satisfaga mis instintos más abyectos. De otro modo, pierdo interés,
empiezo a mirar a los windsurfistas, y a preguntarme preguntándomecómo
harán para mantenerse en pie, y parae ir tan rápido,
o qué le verán..., etcétera. (¿Se nota que me escaqueo de lami Woolf con el
Wodehouse de X?) Ojalá fuese Bertie Wooster y tuviera un Jeeves... Yo creo que a todo el ques
los
que lo leen les pasa lo mismo., diría yo.
Criados..., ¡qué idea más fantástica! Podríamos tener criados en la casa. Un
mayordomo y un cocinero. O una doncella y un cocinero. O, si eso es demasiado
caro, una doncella que sepa cocinar. A lo mejor, si gano suficiente dinero con Desde
el faro, nunca más tendré que volver a escribir: podré mudarme a algún
sitio muy cálido durante todo el año y aprender windsurf.
Reparto I.
SigoHe estado
pensando en los posibles
invitadosa quién voy a invitar.
Por el momento la lista consta de: X; Cecile Dupont (por supuesto); Simona
Princip y su marido, William; Doña Perfecta, su marido Henry y su hija Edith
(ésas son las dos parejas); dos mujeres solteras (una puede que sea esa modelo
bisexual a la que X conoce un poco, además, seguro que me hará las veces de
reina del numeritodrama;
la otra, aquella estilista tan rara excéntrica que
conocí mientras recopilaba información para Une por la línea de puntos,
aquélla tan súper estupendísima); un hombre soltero (mucho más difícil de
encontrar, pero quizá Alan Wood, alias el escritor con menos éxito), o puede
que dos hombres solteros (uno podría ser el suicida), y por último un
representante de todas las minorías que encuentre (Simona insiste en que por lo
menos «intentemos reflejar la diversidad británica de hoy en día»), y por ahora
basta, ¿no? No os preocupéis. No espero que os aprendáis todos esos nombres de
golpe. Un poco más adelante, cuando tenga ganas, haré unos breves (lo
prometo) retratos (lo prometo) de aquellos que confío en que
acepten. Los que no, puedo quitarlos más tarde. Para que resulta menos
monótono, los intercalaré con mis impresiones de la pintoresca isla griega de
Iraklia y sus excéntricos y divertidoscoloridos
habitantes: ¡hala! No, lo que haré será escribir mucho sobre el glorioso sexo
con X, eso seguro que os mantendrá leyendo.
A menudo,
en las críticas, se me
hahe sido acusadoa de crear
heroínas un poco gratasantipáticas; esto, me dicen,
es un grave defecto. Que la gente me encuentre o no antipáticagrata,
si no como heroína al menos como narradora, es algo que no depende de mí. Para
ganármela, no pienso darle jabón, pero tampoco voy a tratarla con prepotencia.
Lo que voy a hacer
es adoptar el enfoque original, o puede que debiera llamarlo «convencional»: por una vez voy a ser sincerahonesta.
Que la gente me vea como soy y luegodespués que piensen lo que quieran.se forme su
opinión.
Enfin, espero
que al acabar la lectura, la gente acabe considerándome deliciosamente malvada
o malvadamente deliciosa. No una capullazorra
manipuladora y entrometida. ¿¿Qué Ppor qué? Pues Pporque les proporcionaré
tal placer que no podránconseguirán
odiarme.
Ser correctoamable
está muy bien, pero lo que la gente quiere en realidad es diversión: hay que elegires una
batalla entre lo «sí-muy-bonito-pero-qué-aburridoamable pero aburrido»
y lo «oh-qué-desagradable-pero-me-muero-de-ganas-de-saber-qué-pasa-después pero ¿qué
coño pasó después?». Sé perfectamente de qué
lado estoy.
Ssexo de fábula con X;
después me entrego al sueño a hurtadillas, como un gato negro en el callejón de
atrás.
Ahora lo
veo más claro. Seré la mala
de la películavillana de la función. Puede que no le
caiga bien a nadie. Puede que sea mi fin, en la ficción. Puede que a mi
personaje le pase algo desagradable. Pero ése es el precio que hay que pagar.
Por vosotros, queridos lectores, sacrificaré mi simpatía. Seré apreciada
(debido a este gesto) por aquellos que me entiendan; por los que no,
ridiculizada.
De una...,
«una»..., qué bien suena, ¿eh? «La familia política de una.» Por De una vez, por todas,
habla la voz que si mala conciencia de la clase media-alta y la alta-bajainferior. Que
hable. Que suene. Pero Ssin dárselas de
enrollada: por contra, una se referirá a sí misma, majestuosamente, como «una»;
como una acostumbraría. Igual que si escribiera cartasPor escrito.
Por esoara ello,
una se inspirará en Virginia. Su suicidio proporciona una retrospectiva
especial que apela aboga por
su clarividencia. (Era su intención.) Aunque con ello se arriesgara, a
sabiendas, a que la
tacharan de inoportunaa la
acusación de banalidad. (Los años veinte y treinta, el marxismo y
los poetas de Oxford, Cristo, la huelga general... ¡por el amor de Dios!)
Con angustia, pero con eleganciagracia,
se hizo a un lado: para que el albañal parduzcosucio barro no le
manchara los zapatos. «¡Échate a la calle!», la invitaban a gritos. «¡Únete a
la marcha!», suplicaban con poca gracia. «¡Puedes ayudar!», le decían para engañarla pero
con muy poco convencimientola entruchaban sin nervio. «Muchas
gracias por su amable invitación», fue la respuesta definitiva, «pero no.» Con verdadera preocupaciónauténtica
ansiedad, Virginia afrontó, en sus cartas y diarios, lo que sabía
que no podía hacer: ni en la ficción ni en cualquier otro ámbito. (Por
supuesto, su desasosiego sólo se hizo público después de su muerte; mientras,
sin embargo, mientras todo
iba pasandotanto, seguramente su respuesta debió de parecer fingida, presuntuosa, falsa.), con toda seguridad, de un
engreído facundo y carente de preocupaciones. Por mi parte voy a
declararlo abiertamente desde la primera página: una está aquí, no en todas
partes; es lo que una es, aunque
no le guste a todo el mundo; a una se la debe –ya que está aquí, ya que
una es lo que es– tomar o dejar. El momento se acerca, está aquí, es ahora,
cuando los que pueden se
aprovechan y los que no se marchanla toman cogen, los que la
dejan se marchan... t.a.p.p. (tengan la amabilidad de pasar
página)