1971
Wilflingen, 24 de febrero
de 1971
«Mi querido amigo Almuro: muchas
gracias por el ejemplar de su ópera Visite à Godenholm, una exquisita
aportación tanto para mi archivo como para mi biblioteca. Me ha alegrado saber
que ha finalizado la obra. Ahora le deseo también el merecido éxito. Por favor,
hágame saber de vez en cuando cómo sigue.
»¿Su obra está compuesta sobre
todo para emisiones radiofónicas, o ha pensado también en otras formas de
publicación? Estaría bien que las radios alemanas emitieran también texto y
música.
»Algunos coleccionistas, a los que
no les gusta que se les escapen novedades así, se han dirigido ya a mí. Pero
con una edición de tan sólo treinta y dos ejemplares apenas será posible
cumplir sus deseos. Así que a lo mejor habría que hacer una fotocopia.
»Probablemente me quedaré algunos
días en París a finales de marzo. Me alegraría mucho si nos viéramos por
entonces.»
Wilflingen, 10 de marzo de
1971
A Jan Meyerowitz: «Muchas gracias
por su escrito sobre el humor judío. Domina usted ese escabroso tema con
conocimiento e imparcialidad, lo cual, rebus sic stantibus, tal como
demuestran intentos similares, no resulta sencillo.
Mientras tanto, ha llegado marzo,
y tal vez ya ha hecho el nuevo viaje por Europa. En cualquier caso, no quería
retrasar más mi agradecimiento.
P.D.: Un gorrón va a ver a
Rothschild:
–Señor barón, llevo tres días sin
comer.
Rothschild:
–¡Tiene usted que obligarse!».
*
«Querido príncipe Rúspoli: muchas
gracias por dedicarme el Oxycarabus saphyrinus ssp. juengeri Rusp.
»Uno de los pocos honores que aún
me impresionan en estos tiempos faltos de cultura. No sabía que también se
dedicaba usted a la caza sutil.[1]
»Naturalmente me gustaría disponer
de un ejemplar para mis colecciones, y asimismo de un dibujo a color, o por lo
menos de una foto que pueda enriquecer la pared de mis trofeos.
»Hace dos semanas estuve en
Ludwigsburg con los colegas Heinz y Blumenthal. Estuvimos hablando de los cotos
de caza de Anatolia, que ya entusiasmaran a los Bodemeyer. El señor Korge también
me ha enviado algún ejemplar de las especies que él descubrió allí.»
Wilflingen, 12 de marzo de
1971
A Karl Christ: «Su idea de
inspeccionar campos de batalla recientes en busca de reliquias habría
entusiasmado a Jean Paul y a Laurence Sterne; a los amantes de las fantasías y
a los entendidos en ellas, sobre todo.
»Únicamente en los lugares de
peregrinación de nuestro siglo puede uno estar seguro del expolio. Por ello he
de felicitarle en especial por el hallazgo de la bala Chassepot de 1870 en los
altos del Spicher.[2] Ello sin
tener en cuenta antiguos campos de tiro. En cualquier caso, antes tampoco
faltaban allí buscadores de balas. En los buenos tiempos se disparaba con balas
que, en la actualidad, han sido degradadas a “proyectiles”. Es un descenso
similar al de silla a asiento o al de estufa a radiador.
»Seguro que sabe que los cuerpos
extraños se destacan muy bien entre el terruño. Eso los niños lo ven
especialmente bien. Aquí en Riedlingen tenemos a la hijita de un maestro que
colecciona puntas de lanza y cosas similares de la Edad de Piedra; y esa
pequeña tiene el asombroso don de descubrir al pasar objetos diminutos que el
arado ha sacado a la superficie.
»La concentración de fuego más
absoluta la he hallado en el desfiladero de Guillemont, desde cuyos matorrales
se divisaba el bosque de Trônes, reducido a astillas por los disparos. Allí
tendría que ir de caza. Abundante contenido en plomo hay también a lo largo de
la carretera de Langemarck a Bixschoote. Allí he sido incluso su predecesor, en
tanto que cavando apresuradamente di con restos de artillería y balas de 1914.
»En Flandes habría que buscar
también en las zonas altas, pues el barro de las hondonadas hace que se hundan
los objetos pesados. En él desaparecieron incluso cañones.
»Como todo coleccionista, se habrá
preguntado usted ya por la sistematización. Puedo ordenar el botín de mis
“cazas sutiles” por la forma en que se relacione o por el lugar en el que se ha
encontrado. Algo similar le ocurrirá a usted, pues un índice se lo dan o bien
la técnica armamentística o los campos de batalla. En lo referente a la
técnica, la forma del arma o del metal tendrán preferencia. Probablemente
también hay hallazgos que, por su peso, le resultan demasiado grandes para
llevárselos. Se oye hablar de campesinos que con el plomo y el hierro ganan más
que con las patatas y el trigo.
»Incluso para coleccionar sellos
habría que tener primero una idea. Todo juego tiene sus encantos que se
complementan, en su caso el placer de caminar. Quien lo descubre, no puede
dejarlo ya nunca más. Una milla a pie tiene más valor que cien kilómetros en
coche. Como coleccionista he hecho mis mejores capturas durante las averías.
Ojalá esto vuelva a confirmarse en Creta, donde pasaré el mes de mayo.
»Así pues, síga teniéndome al
corriente de los paseos ahasvéricos por los campos calcinados. Y no olvide:
Guillemont. Claro que mi proyectil ya no lo encontrará allí, pues me lo llevé a
la mesa de operaciones.»
[1] Jünger denominaba así a las salidas en busca de insectos, especialmente de coleópteros. (N. de la T.)
[2]
Se trata de una bala perteneciente al fusil de Chassepot, denominado así por su
inventor, Antoine Alphonse Chassepot (1833-1905). En la guerra francoalemana
(1870-1871) se demostró superior a los habituales a una distancia mucho mayor
de lo usual. Spicherer Höhen es el nombre de un pequeño macizo situado al sur
de la ciudad de Saarbrücken, en el Sarre. (N.
de la T.)