Introducción
¿Qué es la simetría?
La simetría es ubicua. Se encarna
de mil maneras en los innumerables patrones creados por la naturaleza. Es un
elemento clave; a menudo el tema central en el arte, la música, la danza, la
poesía o la arquitectura. La simetría impregna toda la ciencia y ocupa un lugar
prominente en la química, la biología, la fisiología y la astronomía. La
simetría abarca desde el mundo íntimo de la estructura de la materia hasta el
inmenso dominio cósmico, pasando por el universo abstracto de las matemáticas.
Las leyes físicas fundamentales, las afirmaciones más básicas sobre la
naturaleza, se basan en la simetría.
Las primeras experiencias
relacionadas con la simetría surgen ya en nuestra infancia. La vemos, la oímos;
experimentamos situaciones y presenciamos acontecimientos de los que emergen
ciertos aspectos unidos a ella. Observamos simetrías en los pétalos de una
flor, en los relieves de una concha marina, en la forma de un huevo, en las
ramas de un árbol y en las nervaduras que recorren sus hojas, en la delicada
forma de un copo de nieve o en esa línea del horizonte que, desde la costa,
separa el cielo de la superficie del mar. Contemplamos la simetría en los
discos de la Luna y el Sol y en sus movimientos en círculos aparentemente simétricos
a través del cielo diurno o nocturno. Percibimos la simetría de un redoble de
tambor o la de una simple secuencia de tonos en una canción o en el gorjeo de
un pájaro. Presenciamos la simetría temporal de los ciclos vitales de un
organismo y también la de las estaciones, que se repiten regularmente año tras
año.
Desde hace siglos, el ser humano
ha tendido a asociar instintivamente simetría y perfección. Los arquitectos
antiguos incorporaban la simetría a todas sus construcciones. En un templo
griego, en la geométrica tumba de un faraón o en una catedral medieval, sus
autores trataban de plasmar el tipo de morada que un «dios» elegiría como
residencia. La poesía clásica, encarnada en obras maestras como La Iliada, La Odisea y La Eneida,
recurre a versos simétricos para honrar a los dioses en cánticos y narraciones.
Cuando reverbera en los muros de una imponente catedral, una gran fuga para
órgano de Bach parece emanar simetría matemática, como si descendiera de las
propias bóvedas del cielo. La simetría nos conmueve cuando contemplamos una
puesta de sol sobre el horizonte infinito del océano. Las simetrías que
sentimos y observamos en el mundo que nos rodea reafirman la noción de que
existe una armonía y un orden perfectos subyaciendo bajo cada aspecto del
universo. A través de la simetría percibimos una aparente lógica en el cosmos
que, aunque externa, parece encontrar un eco en nuestras propias mentes.
Cuando a un estudiante se le pide
que defina la simetría, su respuesta es casi siempre correcta. Tras la pregunta
«¿Qué es la simetría?» escuchamos frases del tipo de:
«Es como
cuando los lados de un triángulo equilátero son todos iguales o son iguales
todos los ángulos».
«Cosas que
están en la misma proporción unas respecto a otras».
«Cosas que
parecen la misma cuando se las mira desde distintos puntos de vista».
«Distintas
partes de un objeto que parecen iguales, como las orejas o los ojos en una
cara».
Se
trata de percepciones fundamentalmente visuales de la simetría. Pero, en
cualquier caso, contienen todas ellas una noción más abstracta: la de igualdad. De hecho, una definición
general de la palabra simetría podría
ser la siguiente:
simetría f. Expresión de equivalencia entre cosas.
La simetría alberga en su interior el más básico de los conceptos matemáticos: el de equivalencia. Cuando dos cosas son la misma, o son equivalentes, las consideramos iguales una a la otra y utilizamos el conocido símbolo =. Así pues, la simetría es una expresión de igualdad entre cosas. Éstas pueden ser distintos objetos o diferentes partes de un mismo objeto. O pueden ser la apariencia de un objeto antes y después de que hagamos alguna cosa con él.