Las carencias de la realidad

Introducción

 

Dios vio que la luz era buena y separó la luz de las tinieblas

 

Génesis

 

Este libro trata del enigma del origen del mundo, un enigma que ha intrigado desde siempre al ser humano. Trata, pues, de la creación, o si se quiere de la autocreación, que dicho origen supone. De la creación primordial y de la creación que persevera hasta hoy como una manifestación permanente, cotidiana incluso, de la propia naturaleza del mundo. Al mismo tiempo, el libro se ocupa de dos cuestiones, digamos epistemológicas, entrelazadas entre sí y más ligadas de lo que parece al enigma citado: por un lado, la cuestión del determinismo –es decir, la cuestión de si todo en el acontecer natural y humano está previamente determinado por unos antecedentes– y por otro lado la cuestión del realismo –es decir, la cuestión de si hay una realidad previa a, e independiente de la experiencia, la experiencia de observar, medir o pensar aquella realidad.

Todas estas cuestiones han sido objeto de reflexión filosófica desde hace más de dos mil años, en los cuales han recibido un tratamiento y unas respuestas muy diversas y contradictorias. Por otro lado, estos desacuerdos reiterados son más bien comprensibles habida cuenta de la dificultad, o aun la imposibilidad, al menos hasta hace bien poco, de un contraste experimental dirimente en el campo de dichas cuestiones. En cualquier caso la voluntad de este libro no es la de acumular más interrogantes, ni más confusión, sobre unos problemas epistemológicos tan permanentes, añadiendo gratuitamente una nueva versión de aquel tratamiento y de aquellas respuestas. Una versión que, si no fuera tan nueva, podría ser del todo innecesaria en un campo de intentos de respuesta tan espeso y por ello tan necesitado de clarificación. Pero también una versión que, aunque pudiéramos adjudicarle aquella novedad, no creo que fuera un buen servicio a la causa de esa clarificación si en su fundamentación, una vez más, no atiende más que a intuiciones y pareceres subjetivos y poco contrastados. Dicho en positivo, la voluntad de este libro es la de afrontar estos problemas epistemológicos milenarios a partir de lo más básico que sabemos hoy sobre las propiedades del mundo físico; esto es, a partir de esa teoría física que es la mecánica cuántica y de su interpretación, y de hacer ver –o eso espero– que una correcta interpretación de esa disciplina física es capaz de dirimir de manera convincente dilemas epistemológicos que se habían mantenido indecidibles durante 2500 años. Si a lo largo de estas páginas he sido capaz de plasmar en propuestas convincentes aquella voluntad de clarificación en un campo del conocimiento plagado de confusiones comprensibles, el lector interesado lo juzgará por sí mismo. Me queda la esperanza, sin embargo, de que su veredicto final no sea esencialmente negativo.

Avanzando ahora en esta «Introducción», diré en particular que el origen del Universo como un todo plantea un problema singular de comprensión que ha sido un motivo recurrente de la reflexión humana. Un problema que podríamos exponer en estos términos: o bien el Universo existe desde siempre, o bien ha tenido un comienzo. Si lo primero, eso quiere decir un número infinito de acontecimientos ligados a aquella existencia desde toda la eternidad pasada. Pero ¿qué quiere decir un número infinito de hechos acaecidos? ¿Tiene realmente eso algún sentido? Contrariamente, si el Universo ha tenido un comienzo, ¿qué había antes? Si no había nada, ¿de dónde salió después tanta cosa como ha habido y hay por doquier? Pero si se pretende que de hecho había alguna cosa previa a aquel comienzo, ¿no deberíamos concluir que nos hemos precipitado al anunciar ese comienzo y que hemos de remontarnos hacia atrás, en busca del verdadero origen, del origen de aquella cosa previa? A lo largo del libro, y en particular en su último capítulo, responderemos cumplidamente a todas estas preguntas.