Schopenhauer

Capítulo 1

 

 

Arthur Schopenhauer estuvo a punto de nacer en Inglaterra. Así lo quería el padre, y la madre compartía ese deseo. Habían viajado a Inglaterra y esperaban que el nacimiento del niño aconteciese en Londres. El padre, que admiraba el modo de vida inglés, pretendía asegurar de ese modo el disfrute de la nacionalidad inglesa para el anhelado hijo. Sin embargo, durante aquellos días de espera, cargados de niebla, le asalta repentinamente el miedo y, en un viaje de regreso extenuante, arrastra de nuevo a su mujer encinta hacia Danzig, donde Arthur viene al mundo el 22 de febrero de 1788.

En cuanto filósofo, sin embargo, y para la opinión pública, Arthur Schopenhauer nació efectivamente en Inglaterra. Tenía sesenta y cuatro años y había completado ya la obra de su existencia sin que el público le prestase mayor atención cuando, en abril de 1853, un periódico inglés, el Westminster and Foreign Quarterly Review, sacó a la luz a este Kaspar Hauser de la filosofía alemana.

Con las siguientes palabras presenta el periódico ante el público inglés, para el que la fiebre especulativa de Alemania no es más que una extravagancia, a un filósofo desconocido hasta el momento:

 

«Muy pocos de nuestros lectores ingleses conocen el nombre de Arthur Schopenhauer. Y menos todavía serán los que sepan que el oscuro individuo al que este nombre pertenece ha trabajado, desde hace cuarenta años, por el derrumbamiento de todo el sistema de la filosofía alemana construido por los catedráticos de universidad a partir de la muerte de Kant. Pero precisamente ahora curiosa verificación de la ley acústica según la cual sólo mucho tiempo después del disparo se oye la detonación del cañón empieza a ser escuchado».1

 

La detonación de este artículo, sin embargo, se escuchó de inmediato, incluso en Alemania, donde el Vossische Zeitung publicó una traducción. El elogio que llegaba desde la isla era con todo demasiado estridente:

 

«Sólo muy pocos tendrán idea de que Arthur Schopenhauer es uno de los escritores universales más geniales y dignos de ser leídos, gran teórico, de erudición universal, fuerza inagotable en la clarificación de los problemas, lógica estremecedora e inexorable consecuencia. Para colmo, posee la cualidad, divertida en extremoexcepto para el afectado, de dar en el blanco de su oponente con temible maestría».