La trayectoria de Mafalda
abarca el periodo comprendido entre los años 1964 y 1973, en tres
publicaciones: Primera Plana, El Mundo y Siete Días Ilustrados. Bastante antes
de la despedida oficial de la tira, en junio de 1973, Quino –y nadie más que
él– se había dado cuenta de que se encontraba agotado y que no podía insistir
sin repetirse.
A diferencia de otros colegas suyos –como Schultz, creador de «Peanuts»–, que han hecho perdurar las
tiras apoyándose en un equipo de guionistas y dibujantes, Quino se resistió
siempre a perder el contacto personal con su creación. Jamás quiso adoptar esta
modalidad de trabajo por considerarla no adecuada a su estilo, así como tampoco
nunca ha utilizado un mecanismo particular de trabajo. Antes que nadie lo
pudiera percibir, Quino supo que Mafalda
había cumplido su cometido.
Los diez libros editados sobre Mafalda
no recogen exhaustivamente las andanzas del personaje que Umberto Eco definiera
como una «heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es… reivindicando su
derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo del universo
adulterado por los padres».
Las tiras que integran este Mafalda
inédita –en buena parte aparecidas en las publicaciones mencionadas–
fueron, en muchos casos, deliberadamente omitidas de los libros precedentes. La
decisión de darlas a conocer a través de una nueva edición significa no
solamente un homenaje a la verdad histórica de Mafalda, sino también un llamado a la reflexión sobre casi una
década de la historia local y mundial.
El volumen incluye las 48 publicaciones en Primera Plana, nunca recopiladas; además, los orígenes de la tira
que, como se verá, no nació tanto de un afán de contestar al mundo como de la
más prosaica necesidad de publicar un determinado producto.
Excepto razones de fuerza mayor, como ocurriera con la desaparición de
algunos originales, los criterios utilizados para descartar las tiras que aquí
se reproducen fueron tres principalmente. En primer término prevaleció la
opinión del autor, que descalificó algunas por encontrarlas sencillamente,
«malas» y por lo tanto sin méritos suficientes como para ser incluidas en los
anteriores volúmenes. Otras, en cambio, fueron eliminadas por considerarse que
respondían a situaciones de validez temporal (ejemplo, los llamados a vacunarse
contra la poliomielitis).
Por último, y aquí se impusieron criterios de tipo político, tampoco
fueron incluidas las tiras que aludían, con la inevitable sorna del momento, a
las limitaciones del gobierno del doctor Illia. El mismo Quino explica que «tanto
por la ignorancia que teníamos acerca de las reglas del juego democrático como
por la misma precariedad de estas democracias nos convertimos, sin desearlo, en
los mejores aliados del enemigo».