Ánima mía

ánima mía

 

Ánima mía, tú,

lo que no existe

bajo forma ninguna

que no sea mi forma de existir.

 

Ánima mía, leve, a mi custodia,

que lates

en todo lo que late y en lo inerte,

anima en mí

el gusto de vivir que a ti te alumbra,

mi criatura carnal, pero incorpórea.

 

Ánima mía, yo.

                          Creo que existes,

aunque no crea en ti, porque tú crees

en esta rogativa en que te ruego.

Basta con que te sueñe y tú me sueñas.

Basta con que te cante y tú me cantas.

 

Ánima mía, soplo, mi animosa,

infúndeme de ti, tú que me inspiras,

que respiras mientras yo respiro.

 

Estás en mí, despierta,

a condición de que despierto esté

para inventarte.

                          Como te inventas tú

siempre me velas—

a aquellos que me usurpan, cada noche,

en la noche del ánima.

 

Ánima fiel, nosotros, indivisos.

Nada el uno del otro conocemos.

 

¿Quién podrá desdecir lo inexpresado?

 

¿Quién nos podrá robar lo que no somos?

 

 


otra noche en vela

In memoriam César Simón

 

Ha enfermado mi mundo a su manera,

no a la manera mía en que es el mundo.

 

Ha vuelto el mundo monstruo

de no poder dormir.

El mundo miedo

de no saber hacerlo nunca más.

 

Me han dado las del alba,

las de la noche en pie,

las del pasillo arriba.

Me han dado las de estar

a solas con mi loco en confidencias.

Me han dado, una por una,

todas las horas de las horas todas:

las mil de mil que hay en las veinticuatro.

 

Oigo crecer las uñas carne adentro.

Por la médula arriba,

siento reptar un yo serpiginoso.

Silba una tenia hambrienta en cada idea.

Mi más indeseable me alecciona.

 

Las del alba serán las que me han dado.

Las de parecer nada la analgesia,

las horas de caer en saco roto.

Horas procesionarias,

las larvas horas muertas.

 

¿Adónde fuiste, madre,

que no has vuelto?

 

Cuánto tarda en romper el nuevo día.

 

 


dedos de niño

 

Dos dedos por encima de este mundo,

tus dedos niños dos,

voy cruzando el presente en salvaguarda.

 

A tu custodia estoy, asido al tiempo.

 

Tiene hoy la luz su perno en donde ajustan

el día su volumen,

el amor en sus cuentas,

y la rueca hilandera de los sueños

en tu pura dinámica terrestre.

 

Más hijo yo que tú,

me redescubro.

Más padre tú que yo,

te me antecedes.

Tengo la certidumbre, por tu guía,

de aquello que no sé, pero que supe,

de aquello que perdí, pero que hoy tengo,

cuando me tienes tú, corazón índice,

para heredarme a ti,

reminiscente.

 

Tu empeño dactilar siempre me empuña,

mientras la consunción del mundo ahora se cumple.

 

Prosigue en tu labor, atlante leve.

Mantén la realidad,

                                   bastan dos dedos,

en su pulgar candor de estar en vilo.