Ortiz, Mauricio |
SINOPSIS
En 1988, Mauricio
Ortiz vivía en la ciudad de Burlington. Había obtenido un post-doctorado en
biofísica de canales iónicos. Fue investigador en una de las más destacadas
universidades norteamericanas y miembro importante de un circuito de
investigadores a la vanguardia mundial de neurofisiología. Dotado para
investigación y, sobre todo para la observación, Mauricio Ortiz sabía, además, hacer esas preguntas que nadie puede
responder en ambientes controlados, entre microscopios, osciloscopios,
microelectrodos, polígrafos. También sabía que el mundo era más ancho y más
ajeno de lo que permitía atisbar aquel disciplinado afán del laboratorio.
Decidió dejarlo todo.
Partió como explorador del continente más remoto: el propio cuerpo, tal cual, sin hacerlo
pasar por los tamices de una taxonomía que lo doma y lo reduce a una serie de
cotas calculables. Llegó el momento en que la tecnología más sofisticada era un
recurso mucho menos preciso que un simple lápiz, un pedazo de papel y la
libertad de quien ausculta el riesgo de estar en el mundo.
Los Libros hablan de otros libros, dijo alguna vez Humberto
Eco; sin embargo, cuando esto es regla general, la literatura puede comenzar a
desdibujarse; es necesario contar con
la presencia del mundo y con la
presencia del sujeto en el mundo y, en primer lugar, como objeto: el cuerpo
no es una excrescencia de la voluntad. En alguna ocasión, G.K. Chesterton
escribió que “muchos hombres, en muchas épocas, han servido a sus cuerpos. Dudo, sin embargo, que muchos
hombres, en muchas épocas, hayan temido tanto a sus cuerpos. Podríamos
representar, en un drama simbólico, a un hombre que huye por la calle, perseguido por su propio cuerpo”.
Este miedo contemporáneo y nuestro constituye la fascinación
desnuda de Mauricio Ortiz. ¿Qué es
el cuerpo? ¿Algo que nos pertenece o un objeto del que somos rehenes? Los ojos,
los músculos y huesos y los genitales y ¿cuándo las orejas son ya oído? Eso que
sucede con los sudores, las eyaculaciones, la sed, las ganas, el amor y la
fantasía, es el cuerpo. Pero, como dice Antonio Tabucchi en el prólogo: “es
decir, soy yo, pero es él. No es un cuento de Borges.”
Mauricio Ortiz nació en México en 1954. Doctorado en
medicina, se dedicó a la investigación en biofísica de canales iónicos.
Posteriormente, abandonó el ambiente académico para dedicarse a su carrera
literaria y editorial. Es columnista
del diario La Jornada, donde escribe
su columna Zig-Zag.