Valéry, Paul |
SINOPSIS
Hasta que toda la obra escrita de un autor no ve la luz del día puede afirmarse que no se dispone de una imagen cabal de la amplitud de su legado intelectual. La aparición póstuma de cuadernos, fragmentos o manuscritos enteros, puede llegar a ampliar de forma notable el punto de vista con el que se había contemplado al autor. Tras la muerte de Paul Valéry, han sido innumerables las obras, fragmentarias o completas, que se han rescatado de entre sus papeles. Un ejemplo no poco importante de esta labor de recuperación son Los principios de an-arquía pura y aplicada. Este pequeño cuaderno de 183 páginas, iniciado en Argel el 23 de abril de 1936 y dado por concluido dos años después, está conformado como un recopilación de reflexiones, aforismos y pensamientos, y parece ser el primer paso para una posterior y más sistemática ordenación de los materiales de una teoría de la anarquía. Pero, como en otras muchas ocasiones, a partir de 1938 el inquieto espíritu de Paul Valéry se encaminó hacia otros derroteros y este cuaderno permaneció intacto, en el estado en que hoy se presenta al público, hasta mucho después de su muerte, cuando fue rescatado por su hijo François.
Paul Valéry, célebre poeta, ensayista y dramaturgo francés, nace en Sète en 1871. Mientras estudia letras en Montpellier, escribe sus primeros poemas simbolistas. No obstante, a los veintiún años, tras una profunda crisis espiritual, decide romper momentáneamente con la poesía y dedicarse al estudio de las Matemáticas y de la Filosofía. Ya instalado en París, escribe ensayos como Introduction à la méthode de Leonardo da Vinci y, sobre todo, La soirée avec Mr. Edmond Teste (1906), obra que le consagró entre los pensadores de su época. Su retorno a la poesía en 1917, tras servir unos años —de silencio— en el Ministerio de la Guerra, es triunfal pues publica el largo poema La joven Parca (Cuadernos marginales, 34), que pasa a ser una de las obras cumbres de la poesía francesa. En 1922, publica otra obra poética, Le cimetière marin, a la que sigue, al año siguiente, la no menos mítica Eupalinos. En 1929, sin embargo, abandona definitivamente «el arte de los versos». Elegido en 1927 miembro de la Academia Francesa, ocupa a partir de entonces altos cargos políticos en la tercera República, sin dejar por ello de escribir obras como Essai sur Stendhal, Propos sur l´intelligence y Mon Faust. Desde 1938 hasta su muerte en 1945 dio un curso de poesía en el Collège de France. Está enterrado en el «cementerio marino» de Sète que le inspiró su obra maestra.