González, Ángel
POESÍA (NF). Poemarios
Mayo 2001 Marginales M 194 ISBN: 978-84-8310-746-1 88 pág. 9,62 € (IVA no incluido) |
SINOPSIS
Un
regalo inesperado y muy grato para los amantes de la poesía (y para nuestra
colección Nuevos Textos Sagrados) es este nuevo libro de Ángel González.
Que rompe un silencio de más de nueve años. No sólo porque su autor se ha
convertido ya en un poeta de referencia indiscutible para las nuevas
generaciones, una voz de enorme presencia y magisterio en la mejor poesía
última, sino sobre todo porque Otoños y otras luces es uno de sus
mejores poemarios, sabio e irrepetible desde la altura de los años.
Con
una disposición efectiva en cuatro partes que son a su vez cuatro modulaciones,
Otoños y otras luces traza un recorrido por diferentes luces que
son otras tantas miradas sobre el mundo. La primera parte, “Otoños”, da el tono
del libro y la fuerza referencial y simbólica de sus imágenes, atardeceres que
preludian una despedida, destellos que parecen los últimos e intensos fulgores
previos al ocaso (“piadosa moratoria que la tarde concede / a la débil penumbra
que aún me habita”), vaticinios del invierto más crudo, el de la vida y el del
fin del amor. En la segunda parte, “La luz a ti debida”, los poemas están
dictados por la persona amada, luminosa juventud, pasión y condena, aunque a
veces la vida (“incomprensible y pura vida”) nos arroje al frío del desengaño. En
la tercera parte, “Glosas en homenaje a C.R.”, la figura y obra de otro gran
poeta, compañero de generación, personifican el ansia de pureza, el miedo y la
esperanza propios de una época en que la poesía era la única salvación. Las
“otras luces” de la cuarta parte cierran y recapitulan con mayor intensidad si
cabe la visión sobre el mundo desde los años vividos.
Lejos de cualquier imposición, los poemas de Otoños y otras luces nos devuelven la contención y la densidad exacta de los mejores versos del poeta, el tono justo, coloquial y trasparente, sin énfasis ni coturnos pero inteligente y profundo, la tesitura en que el poema, con reticente ironía y guiños paródicos, se resuelve con inadvertida destreza en grave meditación, lúcida aceptación del destino, nostalgia callada y contundente.