Aramburu, Fernando |
SINOPSIS
Fernando Aramburu, que irrumpió en las letras españolas en 1996 con esa gran opera prima que es Fuegos con limón
(Andanzas 279), y que acaba de recibir el Premio
Euskadi al mejor libro en literatura castellana del año 2000 por su segunda
novela, Los ojos vacíos (Andanzas 421), nos sorprende ahora con un
conjunto de textos, escritos cuando «el artista» daba sus primeros pasos por la
literatura y se debatía entre los muchos caminos que se le ofrecían.
Revisitados quince años después por el consolidado escritor que es hoy,
adquieren sin duda dimensión de modelo de formación y aprendizaje.
Aramburu escribió
El
artista y su cadáver cuando «el
artista», que por circunstancias personales ha tenido que instalarse en
Alemania, decide «asesinar» mediante
estos ejercicios en prosa al poeta
febril que llevaba dentro desde hacía años y que ya comenzaba a incordiarle
un poco: «... escribías por las tardes esos versos hondamente fatuos del joven
que aspira con furor a ser de vez en cuando un elegante enfermo, un indignado triste...».
Ejercicios de estilo, esbozos y probaturas —Fuegos con limón nació
precisamente de la amplificación paulatina de uno de estos textos—, viñetas
irónicas, fragmentos vitales, declaración de deudas literarias y principios
estéticos además de reconstrucción obstinada de un paisaje sentimental ausente
y reelaborado en la memoria, la soberbia escritura de El artista y su cadáver
(del que la Universidad del País Vasco publicó una primera versión en 1993)
demuestra que Aramburu se mueve con
la misma soltura y placer tanto en la distancia corta de estas prosas breves
como en la novela y el relato.