Un padre se aferra a sus rutinas y
aficiones, como cuidar los peces, para sobrellevar el trastorno de una hija
hospitalizada e inválida; un matrimonio acaba fastidiado por el hostigamiento
de los fanáticos contra un vecino y esperan que éste se decida a marcharse; un
hombre hace todo lo posible para que no lo señalen, y vive aterrado porque
todos le dan la espalda; una mujer decide irse con sus hijos sin entender por
qué la acosan. A manera de crónicas o reportajes, de testimonios en primera
persona, de cartas o relatos contados a los hijos, Los peces de la amargura recoge fragmentos de vidas en las que, sin
dramatismo aparente, sólo asoma la emoción –a la par que el homenaje o la
denuncia– de manera indirecta o inesperada, es decir de la manera más eficaz.
Es difícil empezar a leer las
historias en principio modestas, de una engañosa sencillez de Los peces de la amargura, y no sentirse
conmovido, sacudido –a veces, indignado– por la verdad humana con que están
hechas, una materia extremadamente dolorosa para tantas y tantas víctimas del
crimen basado en la excusa política, pero que sólo un narrador excepcional como
Aramburu logra contar de manera verídica y creíble. La variedad y originalidad
de los narradores y de los enfoques, la riqueza de los personajes y sus
diferentes vivencias logran componer, a modo de novela coral, un cuadro
imborrable de los años de plomo y sangre que se han vivido en Euskadi.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Sobre Bami sin sombra
No hay que perderse Bami sin sombra
Ricardo Senabre, El Cultural de El Mundo
Vuelve Aramburu a dar muestras de su dominio del lenguaje, de su particular cuidado en el ritmo, de la plasticidad de las escenas, y de ese particular universo en que la fantasía se va cruzando con la realidad.
José María Pozuelo Yvancos, Abc de las Artes y las Letras
Aramburu ha escrito una novela, como
todas las suyas, intensa, de gran fuerza y originalidad, de desesperanza, de sufrimiento, de ambigüedad e imaginación, de desolada ternura.
J.A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia, Cultura
Una historia envuelta por un halo de misterio, en la que la intriga, la bondad,
lo irreal, la vida y la muerte se mezclan... Aramburu concibe la literatura como un riesgo, como un ejercicio de valor en que
el lector tiene que ser, necesariamente, cómplice suyo.
Pilar Ortega, El Mundo
Literatura muy personal y perfectamente construida, la obra de Aramburu habla al lector del sobrenatural poder de la literatura para crear mundos.
Joaquín Arnáiz, La Razón