Nació en Poitiers, Francia, en 1926, y murió en 1984. Rechazó siempre con obstinación las etiquetas que trataban de resumir su obra, sobre todo, las de estructuralista o antihumanista; en alguna entrevista negó incluso su condición de filósofo. Sin embargo, nadie duda hoy de que su aportación «arqueológica» no sólo ha enriquecido la lectura de la tradición filosófica clásica, sino que, tras las huellas de Nietzsche o de Heidegger, representa la continuación más interesante de la llamada «filosofía de la sospecha». Es igualmente indiscutible que sus contribuciones al campo de las ciencias humanas –en especial, la muerte del sujeto o la fragilidad de los sentidos de la historia– conforman una de las obras más vigorosas y brillantes de nuestro siglo. Entre sus libros cabe destacar: Historia de la locura en la época clásica (1960), Las palabras y las cosas (1966), La arqueología del saber (1969), Yo, Pierre Riviére, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano... (Cuadernos Ínfimos 74) y la Historia de la sexualidad, un vasto proyecto que comenzó en 1976 con La voluntad de saber.
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