Pocos son los académicos hispanistas que no hacen bostezar. Vittorio Bodini fue uno de esos privilegiados. Falleció en 1970, en Roma, donde estudió, vivió y amó ; amó a Góngora, a Valle-Inclan, a Cervantes (de quien tradujo el Quijote al italiano), a las romanas y al vino. Si, pese a su poco agraciado físico, consiguió seducir a muchas generaciones de jóvenes, es que, sin duda alguna, fue un excelente profesor. Bodini fue “todo un personaje” en la vida cultural italiana : curioso, inquieto e indisciplinado, pero también una de las mentes más lúcidas de su tiempo.
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