Curzio Malaparte escribió Don Camaleón sin someterse a la censura ni a la autocensura, y el resultado es esta sátira tan feroz como matizada, en la que volcó toda la insolencia de que este autor era capaz. Durante un encuentro ficticio con Mussolini, Malaparte recibe de éste la estrambótica sugerencia de educar a un camaleón. Y así lo hace, instruyendo al animal en las humanidades con ayuda de un bibliotecario. Cuando lo inician en política, pronto se convierte en un álter ego del propio Mussolini. El éxito de Don Camaleón en el partido fascista es arrollador, hasta el punto de que Mussolini lo nombra su segundo de a bordo. El discurso de Don Camaleón en el Parlamento italiano, en el que confiesa que en realidad es la mente del dictador, cierra un libro atrevido y corrosivo, escrito en vida del propio Mussolini, quien prohibió su edición cuando ya estaba en la imprenta.