«Llevo en mí, esculpida desde la infancia, una especie de estatua interior que da continuidad a mi vida y que es la parte más íntima, el núcleo más duro de mi carácter. Esta estatua la he ido moldeando durante toda mi vida. La he ido retocando sin cesar. La he afinado. La he pulido.» Así nos incita a adivinar la razón del título de su autobiografía el médico francés François Jacob que, en 1965, recibió el Premio Nobel de Fisiología. Este libro obtuvo en Francia un inesperado y enorme éxito y de él se vendieron más de cien mil ejemplares. ¿Qué despertó el interés de un público tan vasto, poco habituado a leer libros escritos por científicos ? Seguramente la sorpresa de encontrase con un relato en el que la precisión y la simplicidad son propias de un texto científico, pero cuyas palabras y cuyo tono son, en cambio, propios de una apasionada y conmovedora confesión.«En el fondo», dice Jacob, «la escritura y la investigación parten del mismo punto : la creación de un mundo que fue visto por primera vez por la imaginación.»
François Jacob
nació en 1920. Ha sido profesor en el Collège de France y director del departamento de genética celular en el Institut Pasteur. Por sus trabajos sobre la función de los genes en células bactéricas obuvo el Premio Nobel de Medicina en 1965, junto con André Lwof y Jacques Monod. Además de estudios como El juego de lo posible y El ratón, la mosca y el hombre, es autor de una apasionante autobiografía, La estatua interior (Andanzas 90), que Tusquets Editores publicó en 1989 y La lógica de lo viviente (Metatemas 59).