En una isla que fue refugio de atléticos nudistas cual pájaros de la playa, una vasta casona colonial, algo desvencijada, preside hoy una comunidad de jóvenes viejos, «golpeados de repente por el mal». A ella acude un día Siempreviva, «una verdadera anciana y no joven avejentada», con el deseo de vivir con mayor brío sus seniles extravagancias entre precoces ancianos de consumida juventud. En la casona, «donde se instala como en un hotel de lujo», conoce a Caballo, el médico. A partir de entonces, sólo piensa en someterse a la cura rejuvenecedora de Caimán, curandero herborista y zumbón. A medida que Siempreviva recobra un rancio esplendor, Sonia revive en la pantalla de su confusa memoria la pasión que la condujo hace cuarenta años a la locura y al accidente con el Bugatti tras el cual, al sobrevivir, la llamaron Siempreviva. Y, gravitando por encima de todos ellos, el Cosmólogo, narrador lúcido e implacable del lento desvanecer de esa fauna de «mórbidos», herida de muerte.
Severo Sarduy nació en Camagüey, Cuba en 1937. Aunque escribiera poemas desde muy joven, en 1956 se trasladó a La Habana para estudiar medicina. No obstante, pudo más la creación artística y, después de los primeros años de la Revolución durante la que colaboró en Diario Libre y Lunes de Revolución, se fue a estudiar historia del arte a Madrid y luego a París, donde vivió desde entonces. Entre Gestos (1963) y Pájaros de la playa, publicó otras cinco novelas — De donde son los cantantes, Cobra (Premio Médicis 1972 en Francia), Maitreya, Colibrí y Cocuyo—, tres ensayos —Escrito sobre un cuerpo, Barroco y Simulación—, cinco libros de poemas, entre otros Big Bang (Cuadernos Infimos 57), que vio la luz en Tusquets Editores en 1973, uno de teatro y más de una pieza radiofónica. En 1990, tuvimos la satisfacción de publicar su entonces última novela, Cocuyo (Andanzas 125), que fue acogida con los máximos elogios por parte de la crítica. La publicación de Pájaros de la playa se convierte ahora, con ocasión de la muerte de Severo Sarduy en junio de 1993, en todo un homenaje que tanto Tusquets Editores como sus lectores habituales no podemos por menos que rendirle.