Gracias al empeño de la profesora Amparo Hurtado, podemos presentar este documento inédito, entrañable a la vez que históricamente
importante, las memorias de Carmen Baroja y Nessi (1883-1950),
hermana de Ricardo y Pío Baroja, tituladas por ella misma Recuerdos
de una mujer de la generación del 98. Unas palabras de su hijo Julio Caro Baroja pusieron a Amparo Hurtado tras la pista de estas
memorias: «Creo que hay que cultivar la conciencia del recuerdo. Acaso esto sea
producto de una manía familiar, de la que participamos mis dos tíos y yo… junto
con mi madre». Amparo Hurtado, a
quien la familia Baroja abrió sus puertas, ha recuperado, ordenado, anotado y
prologado el manuscrito que ahora publicamos para mayor deleite y sorpresa de
los lectores.
Carmen Baroja, que confiesa haber sido educada
«muy a la española» y que, según escribe, no parece haber disfrutado de la vida
hasta la vejez, desarrolló sin embargo una incansable actividad artística (la
orfebrería) y de investigación del folclore, que nadie —ni ella misma— supo
valorar. Participó activamente en la fundación de un «club de señoras», el Lyceum, presidido por María de Maeztu, al que acudían, entre
otras, Zenobia Camprubí y Victoria Kent y en el que «no hubo
intelectual, médico o artista que no diera una conferencia». Escribió artículos
y libros, como El encaje en España
(Labor, 1933) y Joyas populares y
amuletos (1949), que quedó inédito. Como es de suponer, por las páginas de
estas memorias desfilan todos los personajes del mundo de las
letras, las artes y la política de
la generación del 98. Dada la íntima libertad con la que Carmen Baroja las escribió, que nadie
se extrañe de la extrema sinceridad y arbitrariedad con la que los trata, a
algunos con afecto y a otros hasta con desinhibido y violento sarcasmo.
Como el lector podrá comprobar en sus Recuerdos de una mujer de la generación del 98, Carmen Baroja tiene pleno derecho a reclamarse de esa generación: «Esto parece una pedantería», escribe, «y hasta puede que lo sea, pero yo pienso que los gustos, las ideas y el carácter todo mío llevan el sello de lo que yo supongo que era esta época».