No es la primera vez que la doctora Kay Redfield Jamison, psicóloga y profesora de psiquiatría
en la Johns Hopkins University en Estados Unidos, aborda, como especialista en la materia, el tema de
la enfermedad maniaco-depresiva.
Pero sí es la primera vez que se propone ella misma como «caso», contando su propia y estremecedora experiencia de
enferma maniaco-depresiva, experiencia que la puso en condiciones de vivir en
su propia carne los infiernos de ese mal, tan universal y, al mismo tiempo, tan
mal conocido por el público.
En este testimonio personal, la autora hace el recuento emotivo y perturbador de su odisea a lo largo de treinta años, desde el más penoso caos mental hasta el difícil equilibrio psíquico que ha logrado alcanzar en la actualidad. Hija de un meteorólogo de las fuerzas armadas y de una maestra, desde muy niña empezó a mostrar un carácter que se revelaría precursor de la enfermedad. Poco después de licenciarse en psicología por la Universidad de California en Los Angeles, sufrió el primer verdadero episodio. Durante largos años padeció numerosas recaídas a causa de su rechazo inicial a tomar de forma continuada el litio —fármaco ideal en el tratamiento de tales pacientes—, lo cual la condujo al divorcio, a la ruina y, por supuesto, al intento de suicidio. No obstante, «lo que me ha salvado de verdad ha sido la psicoterapia», confiesa, «la cura mediante la palabra». «El litio puede que modere la enfermedad, pero la psicoterapia enseña a convivir con ella.»