Este brevísimo relato erótico de Benjamin Péret, uno de los grandes nombres del surrealismo francés y maestro del humor negro y del absurdo, es una muestra magistral del espíritu y profunda transgresión con el que los surrealistas más puros han sellado siempre todas y cada una de sus obras.
Aquí se nos cuenta, con la más desvergonzada sonrisa de la que es capaz Péret, entre narraciones, cánticos y poemas, las muy desaforadas hazañas del vizconde Pajillero de los Cojones Blandos. En todo momento el lector sentirá esa necesidad que han sabido transmitir los surrealistas de dejarse llevar, al filo del lenguaje asociativo del inconsciente —al que ellos llamaban «automático»—, en plena libertad, sin inhibiciones, hacia sus más extravagantes fantasías, al límite de lo grotesco o impensable.
Benjamin Péret nació en una pequeña ciudad del Loire Atlantique, Rezé, en 1899 y falleció en París en 1959, tras una vida muy agitada. Desde muy joven se adhirió al movimiento surrealista, en el que se mantuvo junto con André Breton hasta el final en la más surrealista de las intransigencias. Su obra de narrador, poeta y ensayista habría dado lugar a cuatro tomos (finalmente sólo salieron a la luz dos), de haber seguido con vida Eric Losfeld, amigo personal de Péret y legendario editor de los surrealistas en su no menos mítica editorial Le Terrain vague. De ese inagotable caudal destacamos en particular Le passeger du trasatlantique (1921), 152 proverbes mis au goût du jour (1925), en colaboración con Paul Eluard, IL était une boulangère (1925), uno de los mejores ensayos sobre la llamada escritura automática, y Mueran los cabrones y los campos del honor (Marginales 48, Tusquets Editores, 1976). Al declararse la guerra civil española se alistó inmediatamente en las Brigadas Internacionales y combatió en España hasta 1939, cuando, al estallar la segunda guerra mundial, pasó al ejército francés. Encarcelado por actividades subversivas, consiguió escapar en el momento del éxodo y en 1941 llegó a México, donde intentó fundar un nuevo núcleo surrealista y desde donde vilipendió a los poetas franceses que se habían quedado en Francia y que escribían textos políticos de resistencia. En este sentido, su ensayo más significativo es Le déshonneur des pòetes.