Una confesión, un detallado parte que revela la gestación de un hombre de letras: eso es Cánones subversivos, una suerte de biografía intelectual que Gonzalo Celorio comparte de la misma forma en que ha compartido sus libros. Por esta obra desfilan grandes nombres que han quebrantado los cánones literarios —Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes—pero también las remembranzas personales que describen cómo inició ese gusto por los libros y la lectura que, a la larga, se volvió un vicio más que una virtud. Un vicio que lo ha llevado por más de medio siglo a «prestar el brazo para recibir la transfusión de sangre», que es como concibe la literatura.
De esta forma, Celorio deleita con hallazgos que van desde la lúdica revisión de sus cinco obras fundamentales o la reconstrucción del Cortázar lector, hasta el pormenorizado análisis de la contribución de los exiliados españoles a la cultura de México, la de Alejo Carpentier a la novela latinoamericana y la de Villaurrutia al canon de la poesía mexicana. Conforme transcurren las páginas, descubre no sólo sus transformaciones, sino también los puentes que hermanan las lecturas. Después de todo, cada una de ellas representa a otras, afines por su autoría, el género, la época o por motivos tan misteriosos y secretos como los caminos que conducen de un libro a otro.
Gonzalo Celorio (México,
1948) estudió lengua y literatura españolas en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la que imparte cátedra
de literatura iberoamericana desde 1974. Ha enseñado también en la Universidad
Iberoamericana y en el Colegio de México. Pertenece al Sistema Nacional de
Creadores de Arte y es miembro de número de la Academia Mexicana,
correspondiente de la española. Ha publicado una decena de libros, entre los
que se cuentan ensayos sobre literatura y arquitectura, además de novelas. Su
obra ha sido traducida al inglés, al francés, al italiano y al portugués. Ha
obtenido galardones como el Premio de los Dos Océanos en Biarritz, Francia
(1997) o el premio IMPAC-Conarte-ITESM (1999).