Tras diez años de silencio, Marcos-Ricardo Barnatán, uno de los
poetas de la generación «novísima», alcanza en este esperado
Consulado general un momento de plenitud y madurez rara en el panorama
del verso español. Después de una notable trayectoria como narrador y
ensayista, sin abandonar nunca el quehacer poético, reúne en este libro su
creación última, en la que, si retoma los temas y hasta las formas que han dado
un sello personal a su poesía, profundiza y depura su peculiar mirada.
Dividido en cuatro partes, Consulado general despliega otros tantos tonos y asuntos que ya estaban presentes en la obra anterior de Barnatán. La primera parte, que da título al libro, reflexiona sobre algunos de los iconos literarios de la modernidad, desde Fernando Pessoa a Paul Celan, pasando por Emily Dickinson o Jorge Luis Borges, y en una suerte de discurso metapoético se cuestiona la siempre conflictiva relación entre la literatura y la memoria, entre la poesía y la propia vida. La segunda, «August», es una suite íntima en la que, sin nombrarla, la presencia de Nueva York funciona como catalizador de emociones. Por su parte, «El misterio del Señor» retoma la tradición hebraica de otros poemarios suyos, e indaga el sentido místico y humano de algunos textos cabalísticos. Queda para la cuarta y última parte, «El alma que canta», el viaje sentimental a la infancia bonaerense del autor y a su música, quizá, como él mismo reconoce, su «verdadera patria».
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Marcos-Ricardo Barnatán nació en Buenos Aires en 1946. En 1965 se trasladó a Madrid, donde estudió filosofía y letras de la Universidad Complutense, y donde entró en contacto con los poetas españoles de su generación. Es autor de varios libros sobre Jorge Luis Borges, como Borges, biografía total (1996), y estudioso de la mística judía, a la que ha dedicado algunos ensayos. Ha publicado también cuatro novelas, El laberinto de Sión (1971), Gor (1973), Diano (1982) y Con la frente marchita (1989). Sus relatos están reunidos en el reciente La República de Mónaco (2000). En 1967 obtuvo el accésit del Premio Adonais por su libro Los pasos perdidos. En 1984 reunió su poesía en el volumen El oráculo invocado, al que siguieron El libro de David Jerusalén (Premio Internacional Barcarola, 1992) y la antología El techo del templo (1999). Sus poemas han sido traducidos a varias lenguas. Colaborador habitual de distintas publicaciones españolas y extranjeras, en la actualidad es crítico de arte del periódico El Mundo.