Estructurado en tres movimientos que son también tres modulaciones de voz y tres bloques temáticos, el libro agrupa, en la primera parte, poemas que enfocan el paisaje, la realidad externa, con voluntad de constatar su triunfo. Les siguen una serie de composiciones que traen el dolor y la evocación, la memoria y los afectos hacia seres próximos, así como una suerte de análisis lírico del espacio doméstico. Y culmina, en la tercera sección, con una vuelta a exteriores, una mirada hacia lo externo con presencia, más clara esta vez, del sentimiento. Tres movimientos concertados a lo largo de los cuales el sujeto poético, y también el lector, descubren un reflejo, un diálogo entre emoción y reflexión, una prolongación y un enriquecimiento de quien contempla y piensa.
Sin abandonar la precisión ni la racionalidad sensual, tan propias, los poemas de Antonio Cabrera acaso ponen ahora más contenido humano junto al mundo, mayor subrayado para la dialéctica entre escenario e identidad. Y crean ondas de hondura, iguales a esos círculos concéntricos que se generan sobre la superficie del agua en cuanto se le arrojan piedras que irán al fondo.INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA