Toda la obra de Alice Miller es en realidad un largo camino hacia el conocimiento de las zonas olvidadas del alma humana. En La llave perdida, tal vez más que en cualquier otra obra suya, Miller intenta disolver las cortinas de humo con las que envolvemos nuestras verdades más dolorosas. Para ello, y a modo de ejemplo, señala algunas claves básicas de nuestras angustias localizando en la obra de personajes como Nietzsche, Picasso o Buster Keaton aquellas puertas de su propias moradas interiores que habían permanecido cerradas desde la infancia. Y así, en el intento de recuperar las llaves perdidas, tal vez dejemos aflorar al fin estados de ánimo reveladores, sentimientos sobrecogedores y probablemente una vivencia del mundo totalmente distinta.
Alice Miller estudió filosofía, psicología y sociología en Basilea. Tras el doctorado, se formó en Zurich como psicoanalista, profesión que ejerció durante veinte años, antes de sacar a la luz en Alemania, en 1979, su ensayo El drama del niño dotado (Ensayo 36 y Fábula 289), obra que enseguida se convirtió en un éxito mundial y gracias a la cual muchas personas fueron capaces de sentir y experimentar que eran diferentes a aquello que sus padres o educadores habían «programado» para ellas. Desde entonces se ha dedicado intensamente a la investigación del maltrato en la infancia y ha publicado libros fundamentales sobre el tema, como El saber proscrito, La llave perdida, Por tu propio bien y El cuerpo nunca miente, todos ellos aparecidos en esta misma colección (Ensayo 9, 15, 37 y 59). Ha recibido numerosos galardones, entre otros, el Premio Janusz-Korczak 1986.