Para describir su propia labor como ensayista, Álvaro Uribe escribió: «El ensayo es la otra mitad de la autobiografía: su parte ideal». Leo a Biorges es un mosaico taraceado de azulejos literarios con las experiencias de la cotidianeidad que conforman una reflexión sobre la labor del escritor. El título de este volumen responde a la lectura que Uribe hace del diario de Bioy Casares acerca de Borges, a quienes considera inextricablemente unidos. Sembrados de perspicacia y de un salubre humor cáustico, en estos ensayos que versan sobre temáticas a priori dispares, como el ecoturismo, el cine, el riesgo de caminar en la ciudad de México o la arbitrariedad de los certámenes literarios, Uribe destaca el valor supremo del sonido, como si escribiera en voz alta, y no por una pulsión poética de fondo, sino por componer «prosa, nada más prosa, como la quería Flaubert»: el cuidado exquisito de los tiempos verbales, los matices de los adjetivos, la sonoridad de los nombres de los personajes y el equilibro de cada estructura. Un trabajo artesanal minucioso y delicado, de refinada erudición, presenciado por Borges desde una fotografía junto al escritorio: «me gusta pensar que todo lo que hago le rinde homenaje, aun cuando esta idea se la deba no a él sino a mi no menos maestro Augusto Monterroso».
Álvaro
Uribe nación en la ciudad de México en 1953. Licenciado en filosofía por la
UNAM, fue agregado cultural en Nicaragua y consejero cultural en Francia. En su
primera estancia en París editó la revista bilingüe Altaforte.
Posteriormente fue coordinador de varias colecciones en el Conaculta.
Su prosa siempre ha merecido grandes elogios de lectores y críticos. No en vano
varias de sus obras han sido traducidas al francés, al inglés y al alemán. Es
autor de Topos (1980), El cuento de nunca acabar (1981), La audiencia de los
pájaros (1986), La linterna de los muertos (1988, reeditado en 2006);
Recordatorio de Federico Gamboa (1999), La otra mitad (1999) y La parte ideal
(2006). En