La inmigración
es sin lugar a dudas una de las cuestiones más urgentes que las sociedades
occidentales tienen que afrontar. Se trata de un fenómeno relativamente
reciente, sobre todo en España, pero que no tiene visos de desaparecer. Sin
embargo, continuamos empeñados en no extraer conclusiones de lo que vemos aquí
y de lo ocurrido en los países de nuestro entorno. En este iluminador ensayo, José María Ridao ofrece una perspectiva
distinta a la habitual, que nos permite entender el problema en su complejidad.
Ridao analiza críticamente la elección de la barbarie que estamos
llevando a cabo, elección que deja de lado cuestiones fundamentales, como que
nadie emigra por capricho y que la inmigración supone un problema de primer
orden sobre todo para el propio inmigrante.
Desde la caída del muro de Berlín y
el abrupto final de la Unión Soviética, el interés político e intelectual se ha
concentrado en la elaboración de hipótesis acerca de qué «nuevo orden mundial»
sustituirá al equilibrio bipolar. Estas especulaciones teóricas tienen
inevitablemente un carácter profético más que racional. Sin embargo, son cada
vez más absorbentes y fuerzan a menudo una interpretación y una gestión del
presente realizadas desde la convicción de que nada, ni siquiera el
sufrimiento, debe entorpecer el advenimiento de la sociedad del futuro, en vez
de partir, como debería ser, de la voluntad de resolver los problemas de hoy
para los ciudadanos de hoy. La inmigración quizá sea uno de los ejemplos más
patentes de esta elección de la barbarie
que parece estar consolidándose en el mundo posterior a la guerra fría: un
ámbito en el que, de hecho, en lugar de reconocer las amenazas reales que se
ciernen sobre los trabajadores extranjeros, son las propias sociedades
desarrolladas las que se sienten amenazadas.
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