Valentina Maran tiene el placer
–literalmente– de invitar a los lectores a participar en un juego. Un juego en
el que pocas veces se pierde, que se desarrolla en ese ámbito tan impreciso
como sugerente llamado erotismo, y cuyos objetivos son lograr el mayor
disfrute. Las reglas son simples: prohibido sentir celos y no respetar a los
demás participantes. El juego, principalmente, se realiza cuerpo a cuerpo, piel
con piel: pero si uno no vive en la misma ciudad, o está de viaje, se puede
participar con SMS, enviando imágenes o escribiendo. Se valora tanto la
sabiduría en este terreno como la escasa experiencia o, incluso, la timidez. No
hay que sentir miedo, ni siquiera cuando se anuncia que se sufrirá algún dolor:
la única inquietud es la que procura la emoción de ignorar qué deparará el
encuentro.
Así, Valentina Maran nos hace vivir
encuentros a tres; nos venda los ojos para citarnos con tres desconocidos
(¿tres hombres, o dos hombres y una mujer?) y nos sitúa en cualquier escenario:
en una casa o en un coche, en la intimidad o delante de un edificio lleno de
personas. Puede aportar algunos instrumentos, como los vídeos porno, pero sin
duda el más poderoso es la imaginación de cada uno, una fantasía, un capricho
jamás cumplido. Ciertamente, sólo hay que dejarse llevar.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Valentina Maran nació en Varese, Italia, en 1977, y trabaja en Milán.
Es autora de varios relatos eróticos, recogidos en antologías de prestigio; el
titulado «Diritto alla meta» ganó el Premio Chiara Giovanni en el año 2000. Traducida ya a otras
lenguas, El hombre que me baña, de marcados tintes autobiográficos, es su
primer libro, un magnífico de-but en un ámbito en el que pocos autores se
atreven a internarse.