Nos encontramos ante otra obra fundamental de la literatura erótica occidental, y no ha de extrañarnos que su autor sea precisamente el gran pensador, poeta y novelista francés, Georges Bataille.
Así como en Historia del ojo (nº 10 de esta colección) Bataille narra la iniciación sexual, tierna y perversa a la vez, de dos adolescentes, en Mi madre relata la paulatina corrupción de un joven de diecisiete años por su propia madre.
Entre los autores de obras eróticas, Georges Bataille se define como el más transgresor, el más hondamente subversivo, en cuanto siempre coloca las situaciones en el límite de lo posible, haciéndole vislumbrar al lector el vértigo estremecedor que el desorden del exceso extremo le depara y revelándole las razones profundas que lo impulsan a odiar y a amar a la vez este delirio.
La madre creada por Bataille podrá parecer a muchos la encarnación misma del Mal, ese Mal que, a fuerza de ser todopoderoso, convierte a quien lo encarna en un dios. Bataille nos convence de que es posible, pese a todo y pese a nosotros mismos, amar el mal, el mal que nos acerca a Dios. El joven Pierre va deslizando, pues, entre la angustia y el placer sin límite, en el abismo al que le arrastra su madre, rodeada de sus hermosas y diabólicas amigas Rea, Hansi y Lulú.
Georges Bataille
, al morir en 1962 a los 65 años, dejó este libro prácticamente terminado entre sus incontables escritos que hoy constituyen ocho volúmenes de obras completas. Unicamente las últimas páginas han tenido que ser "reconstruidas" por su editor quien estableció así la edición definitiva de este texto en 1966.Georges Bataille
nació en Billon, Francia, en 1897 y falleció en Malmaison en 1962. Hombre a quien gustaba trabajar en la sombra, pasó a ser sin embargo uno de los pensadores europeos más innovadores e importantes de entreguerras. Fundó diversas revistas, entre las cuales dos que hicieron historia: Documents y Critique. Escribió ensayos como La littérature et le mal, El erotismo (Marginales 61), L’expérience intérieure y La part maudite y, en el terreno de la narración erótica, textos extraordinarios, como Historia del ojo, Mi madre seguido de El muerto, Madame Edwarda y El azul del cielo (La sonrisa vertical 10, 19, 25 y 44). Para él, toda creación es un proceso mediante el cual el hombre se supera transgrediendo todos los tabúes, en particular los relacionados con el erotismo y la muerte.