Contra Natura es algo así como la biblia del espíritu decadente del fin de siglo XIX. Y, si damos crédito a lo que dice el propio Huysmans, «todos los fines de siglo se parecen», podemos creer que éste es el momento más adecuado para dar nueva vida, en nuestro idioma, a esta obra maestra de la literatura universal. Guillermo Cabrera Infante, para quien, al parecer, esta novela fue durante años libro de cabecera, escribió un hermoso prólogo,
«Al revés de la Naturaleza», para nuestra primera edición publicada en 1980, que nos honramos en reproducir aquí.
Contra Natura (1884) forma, junto A vau-l´eau (1882) y En rade (1887), un tríptico que colocó a Huysmans entre los autores más conocidos, leídos y polémicos de su época. A través del personaje de Des Esseintes, Huysmans no sólo describió e inmortalizó el torpor, la languidez y las venenosas y perversas neurosis spleenescas del siglo que terminaba, sino que lo encarnó en un héroe kierkegaardiano, grotesco y patético a la vez, que pasó a ser una de las figuras más representativas de la angustia que haya dejado la literatura. Es, en cierto modo, el precursor de Roquentin, el protagonista de La náusea, de Sartre. La tercera persona a la que recurre el autor para narrar el profundo rechazo y el tedio —que lo corrompe todo— de Des Esseintes, no es más, en realidad, que una máscara que encubre al propio Huysmans. Des Esseintes era simplemente su Mister Hyde, del que sólo podía librarse, para salvarse como escritor, y quizá como hombre, expulsándolo fuera de sí mediante la escritura, y reconociendo así la presencia fantasmal de su doble.
Joris-Karl Huysmans nació en París en 1848. Estudió Derecho y Letras. Fue, hasta jubilarse en 1898, funcionario estatal. Amigo de Zola, Mallarmé, Flaubert, Villiers de l´Isle-Adam y Barbey d´Aurevilly, colaboró en varias revistas del momento y formó parte de varios grupos y movimientos literarios, entre otros el de Zola, con cuya «escuela» rompió precisamente tras la publicación de Contra Natura. Gracias a una de sus amantes, estuvo en contacto con el mundo del ocultismo. Más tarde, hacia 1900, evolucionó hacia un cristianismo místico y realizó varias estancias en conventos trapenses y benedictinos. Falleció, víctima de un cáncer de garganta, en 1907. Sus obras más conocidas, además de las citadas, son Là-bas (1891), En route (1895) y Oblat (1903).
Contra Natura conoció, en el momento de su publicación, un gran éxito de público, y desde entonces, no ha dejado jamás de ser leída. Los surrealistas franceses se interesaron enseguida por ella, quizá porque, como afirma el propio Huysmans, fue «una obra perfectamente inconsciente». Contra Natura fue, sin duda, un acto de exorcismo necesario —y sigue siéndolo. . .