En realidad este libro en prosa poética, el más reciente de José Angel Valente, podría clasificarse de elegíaco. La experiencia extrema de, paradójicamente, llenar de vacío, de ausencia, un espacio escrito ha conducido a Valente, con toda probabilidad, a la necesidad de someter el lenguaje a una violencia también extrema que inevitablemente conduce a su disolución o al menos a los confines de lo nombrable.
Desde ese lugar informe, desde el centro mismo del lenguaje, brotan, como de la naturaleza o del espacio anterior a la conciencia, los ecos de aquel conocimiento que se adquirió en la desolación y en el naufragio de la memoria. No la palabra, tampoco el silencio. El lenguaje se disuelve puesto que no hay sujeto alguno que lo sostenga. No amanecerá el cantor, pero el canto ya presagia la aurora. Transparencia absoluta de la proximidad.
José Angel Valente nació en Orense en 1929. Estudió en las universidades de Santiago de Compostela y de Madrid, donde se licenció en filología románica. Enseñó en Oxford y allí obtuvo el Master of Arts. Vivió en Ginebra entre 1958 y 1980. Hoy reparte sus estancias entre Almería, Ginebra y París. Inició su obra poética con A modo de esperanza (1955 Premio Adonais). Obtuvo el Premio de la Crítica en 1960 y 1980, y en 1988 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.