Una aburrida tarde de agosto, el farmacéutico de un pequeño
pueblo siciliano recibe un anónimo en el que le amenazan de muerte y al que,
sin embargo, no da importancia. Pero, días después, el farmacéutico muere
asesinado en el monte junto a otro respetable lugareño, el médico Roscio. Mientras los rumores causan daños irreparables, y
la policía y los carabineros dan palos de ciego, sólo Laurana,
un anodino pero culto profesor de instituto, sigue una pista que tal vez
conduzca hasta el asesino. Ha descubierto que el anónimo estaba confeccionado
con palabras recortadas de un diario católico y conservador, L’Osservatore Romano, pues su logotipo, Unicuique suum –«A
cada cual, lo suyo»–, figura en el reverso de los recortes. Y se lanza a hurgar
no sólo en la vida de las víctimas, sino también en la de los vecinos suscritos
a ese diario. Incapaz de ver el peligro al que le abocan sus hallazgos, Laurana se convertirá en el protagonista de esta brillante
novela policiaca donde la Verdad mide sus fuerzas frente a los intereses de los
poderosos.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Mi afecto lector por Sciascia viene de antiguo, del descubrimiento de que aún quedaba en Europa un gran escritor político. Vertebrado por el racionalismo ilustrado, Sciascia denunciaba la esclerosis de la
retina crítica y proponía una nueva mirada.
Manuel Vázquez Montalbán
Su puñado de maravillosas novelas policiacas, como El día de la lechuza, A cada cual, lo suyo y Una historia sencilla, describen el fenómeno de la Mafia mucho mejor que las crónicas sangrientas de los periódicos
Alexander Stille, El País
Para Sciascia las novelas deben participar
en la conversación sobre cómo vivimos,
no ser meras oportunidades de distracción o evasión. Un día se asombró al comprobar que sus obras se anticipaban al futuro, como las investigaciones parlamentarias sobre la Mafia en El día de la lechuza
Justo Navarro, El País