Luciano G. Egido
, autor de culto entre todos aquellos que lo conocen y han disfrutado de sus anteriores obras -El cuarzo rojo de Salamanca (Andanzas 184), una deslumbrante primera novela que mereció el Premio Miguel Delibes 1993, El corazón inmóvil (Andanzas 235), con la que obtuvo el Premio de la Crítica en 1995, y, en 1996, La fatiga del sol (Andanzas 283)-, nos sorprende ahora con El amor, la inocencia y otros excesos, una novela policiaca, pero también novela de amor, de recreación literaria a partir del mundo de Proust, escrita con el estilo hipnotizante a que nos tiene acostumbrados.Cuatro homicidios separados en el tiempo, cuatro hombres de diferente biografía y profesión asesinados por procedimientos bien dispares, desde el tiro a bocajarro hasta el silencioso uso del veneno…, y un inspector de policía que no ceja en su empeño de llevar hasta el final sus investigaciones. Como trasfondo, una apasionada historia de amor entre una mujer madura, liberada hace tiempo de sus condicionamientos de clase, de su educación cristiana y de su ideología, y un hombre mayor, en el umbral de la vejez, de un profundo primitivismo sentimental que le impulsa a vivir un amor loco, entre el idealismo más refinado y la más obsesiva irracionalidad. Dando la palabra a los diferentes personajes implicados, desde el inspector de policía a la amada o las víctimas, Luciano G. Egido hurga en las pasiones más inconfesables y nos muestra la parte más sórdida y la más inocente del amor.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
El Cultural de El Mundo
Una gran novela de amor, de una intensidad y un vigor que no hallo en ninguna novela española de los últimos lustros.
Ricardo Senabre
Diario de León
Páginas espléndidas, tanto por el ritmo narrativo como por los recursos estilísticos que sustentan la trama.
Nicolás Miñambres
ABC
Como Proust, también Egido es un "creador de emociones estéticas".
Y de almas apasionadas. ¿Podemos pedir más?
Ana Rodríguez Ficher
Luciano Egido (Salamanca, 1928) se doctoró en filosofía y letras en la Universidad de Salamanca con una
tesis sobre Gracián y fue profesor hasta que el franquismo le impidió
continuar dando clases. Trabajó también como crítico cinematográfico y
cineasta. Antes de iniciar su carrera como novelista, había cultivado el periodismo literario y el ensayo, con
diversos trabajos dedicados
a la figura de Unamuno, como Agonizar
en Salamanca (Tiempo de
Memoria 60). Como narrador, es dueño
de una prosa inconfundible que le
ha convertido en un autor de culto
de la literatura actual en lengua española
y que le ha valido diversos galardones,
entre ellos el Premio Castilla
y León de las Letras 2004
por el conjunto de su obra. Además
de su volumen de relatos Cuentos del Lejano Oeste,