Este es el primer libro de Gonzalo Calcedo. Y es un libro
de cuentos, género difícil donde los haya. Muchos acometen la aventura de
este género, pero son muy pocos los que salen airosos de la experiencia. Gonzalo Calcedo, en cambio, parece
sentirse muy cómodo en él, no sólo porque conoce el terreno que pisa, sino
porque sabe emplear, de forma aparentemente natural, los elementos literarios
adecuados para conseguir «contar para contar otra cosa», diciendo sin decir. No
en vano quedó finalista en el II Premio Nuevos Narradores, creado por
Tusquets Editores y la Escuela de Letras de Madrid.
Además, Calcedo,
que parece haber asimilado con prudencia la sabiduría de los maestros, sabe muy
bien que un libro de cuentos debe ser concebido como una creación unitaria. El
mismo lo explica: «Este es un intento de vertebrar un texto largo mediante una
sucesión de historias en apariencia ajenas unas a otras, sin renunciar a su
independencia. (...) La repetición del tono y, en general, del espacio
temporal, contribuye a que esta sensación de familiaridad aumente».
La idea que hilvana estos trece relatos es la del viaje, ya sea un viaje largo o doméstico, una excursión placentera o un traslado innecesario, una huida o, simplemente, una visita a un amigo. Cada uno de esos «viajes» representa, en realidad, un viaje interior de los protagonistas, quienes, casi siempre sin saberlo o presumirlo, se verán abocados a una toma de conciencia de su propia realidad, y enfrentados, por sorpresa, a temores, deseos, cansancios o frustraciones que ignoraban sentir. En torno a ellos parece flotar una extraña amenaza, un misterioso enemigo que acecha y que puede provenir de cualquier movimiento en falso, de un fenómeno atmósferico, de una ausencia, de un conflicto familiar o incluso de objetos cotidianos. Los personajes, como presintiendo un peligro, penden siempre de un hilo muy sutil, de algo que está siempre a punto de suceder y que, en la vivencia de un inmanente desamparo, los mantiene permanentemente en vilo a ellos —y, por supuesto, al lector.
Gonzalo Calcedo nació en Palencia en 1961, pero en
la actualidad vive en Santander. Desde 1995 su actividad literaria ha obtenido
el reconocimiento en diversos certámenes, entre los que destacan el Premio José Hierro y el Premio especial del jurado en la primera
edición del Concurso de Cuentos Antonio
Gala. Su trayectoria literaria mantiene una escrupulosa fidelidad al
relato. Así, a Esperando al enemigo, finalista en 1995 en el II Premio
Nuevos Narradores, le han seguido Otras
geografías (Premio NH al mejor
libro inédito en 1997), Liturgia de los
ahogados (Premio Alfonso Grosso en 1988), el volumen ya mencionado La
madurez de las nubes y Apuntes al
natural (2002). Asimismo, su obra ha sido incluida en diferentes antologías
canónicas del género y ha recibido encendido elogios de insignes cuentistas
como Quim Monzó, Sergi Pàmies o Jordi Puntí.