¿Por qué lo
fusilaron?», le pregunta un día un adolescente huérfano a Sacha, la mujer de
pelo cano que, una noche, cuando era niño, se lo llevó estrechándolo entre sus
brazos de la cabaña escondida en un bosque del Cáucaso donde vivía con sus
padres. La respuesta de Sacha es la conmovedora historia de los abuelos de ese
niño, Nikolai y Anna, de la sanguinaria guerra civil que sufrieron, de las
atrocidades de Blancos y Rojos, de la ciega obediencia al Soviet y sus nefastas
consecuencias, de las hambrunas...; y es la historia de Pavel, su padre, de su
aterradora experiencia durante la segunda guerra mundial, de sus compañeros en
la tropa disciplinaria usada como carne de cañón para liberar un campo de
concentración, de su vida errante tras la guerra hasta que conoce a su mujer y
se establecen en esa cabaña del bosque.
El narrador de esta perturbadora
historia es ese niño, ese adolescente huérfano, varios años después, cuando,
convertido en médico militar, presta sus servicios informando en África del
tráfico de armas entre Oriente y Occidente. La novela se convierte así en un
tributo al destino absurdo de todos esos seres que son víctimas de la Historia.
Y a la vez, en un homenaje a la compañera que durante años trabajó al lado del narrador,
y la que dirige este impresionante réquiem por todo un siglo de penalidades.