Si en la
poesía de Sánchez Rosillo se ha dado siempre la alternancia de elegía y
celebración, con predominio claro de la primera en varios de sus títulos, en La certeza la balanza se inclina
decididamente hacia el lado de la alegría y de la gozosa meditación. No faltan
en el libro algunos hondos poemas elegíacos, pero un tono no menos profundo,
esperanzado e incluso trascendente va abriéndose camino a través de las páginas
de este volumen hasta imponerse por completo en muchas de sus composiciones y
culminar en el poema que sirve de cierre y da título al conjunto.
Tras un
silencio de casi una década que el poeta se ha impuesto, La certeza parece iniciar un nuevo estilo, abrir una brecha en la
que el sujeto descubre motivos para la esperanza, razones de vivir, la
certidumbre, tras varias dudas e interrogantes, de que la vida siempre se
ofrece, siempre renace, siempre da motivos para sentir plenos los días y las
ocasiones gozosas cuando irrumpe el sol del verano, o cuando se contempla la
tarde desde la ventanilla de un tren. Por lo que tiene de inflexión, de
inauguración de nuevos tonos, nos encontramos ante el poemario más maduro de su
autor.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Poemas los de Sánchez Rosillo, muchos de ellos tan frágiles, tan hechos de nada, que resultan casi milagrosos y los leemos una y otra vez sin acabar de creérnoslos.
osé Luis García Martín
En Sánchez Rosillo encontramos el tono de irresistible y reposada naturalidad que muy pocos, entre los clásicos, parecen tener, pues se diría que ese tono no es consecuencia de un aprendizaje, sino naturaleza misma, algo que conocía él, no sabemos cómo, mucho antes de ponerse a escribir.
Andrés Trapiello