Una noche de
noviembre, un hombre mayor, «casi en la edad de los desguaces», se apea en una
estación a tomar un café y llenar una botella de agua y, sin saber cómo, pierde
el tren. Como además no ha tenido la preocupación de bajar con chaqueta, se
queda sin dinero ni identificación: el tren se ha llevado su equipaje y su
destino.
Éste es el relato, entre kafkiano y
becketiano, de las veinticuatro horas de su estancia obligatoria en una ciudad
desconocida, donde conocerá una galería de vidas minúsculas y personajes
extravagantes. Con los aires de una pesadilla, arruinado y decadente, el
protagonista pasa a ser conocido como «el interventor», mientras intenta
abrirse camino en una realidad que en absoluto comprende y que, en su
infortunio, fatalmente le devolverá una imagen de sí mismo cada vez más
degradada.
Paradoja del interventor, novela culminante de Hidalgo
Bayal que ahora rescatamos para nuestro catálogo a fin de hacerla accesible a
más lectores, demuestra el dominio de un lenguaje preciso y sugerente, la
habilidad de un escritor maduro, que explora los territorios menos transitados
de la narrativa realista y que descuella por la belleza de su prosa.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Ojo, lector en singular, he aquí la novela española más importante que he podido leer en los últimos años, no sé si diez, quizá veinte. [...] Pues ya estamos aquí fuera del mundo, del mundo editorial, de los premios y de las academias, de las ceremonias sociales y suplementos culturales, por una vez deberíamos extraernos de nuestras casillas para entrar en el reino de la literatura de verdad, en el universo imperecedero, frágil y universal del arte literario sin adherencia alguna. He aquí un libro importante... un apólogo kafkiano escrito en una prosa teñida de cultura, de nostalgia, de ternura y no exenta también de una buena dosis de ironía cuando lo necesita.
Rafael Conte, El País
La solidez de la trama -frente a la nimiedad de la anécdota-, la firmeza de su discurso -contra la estolidez de lo acostumbrado-
y el hondo regusto de literatura asumida creándose a sí misma, delimitando un territorio narrativo reconocible que debiera trascender.
Enrique García Fuentes, Hoy
Páginas urdidas con un admirable oficio literario, con un primor estilístico que no debería pasar desapercibido a los lectores.
Y, sobre todo, a los santones de la crítica.
Nicolás Miñambres
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