Jorge Semprún
se ha convertido en una figura imprescindible cuya dimensión literaria y humana
se agiganta con el paso del tiempo. Veinte años y un día es su primera
novela escrita directamente en español. Y el lector entenderá enseguida que no
podía ser de otro modo, pues así parecían exigirlo los personajes y el momento
histórico en el que transcurre esta historia de posguerra y clandestinidad
antifranquista.
Quismondo, Toledo, 18 de julio de
1956. En su finca La Maestranza, veinte años después del estallido de la guerra
civil, los Avendaño han decidido
celebrar por última vez la ceremonia expiatoria en la que, ritualmente, en cada
aniversario, reproducen la ejecución del hermano menor a manos de los
campesinos. Entre los invitados, un hispanista norteamericano intrigado por tan
extraña costumbre, y un comisario de la Brigada Político Social empeñado en dar
con un tal Federico Sánchez, agente
comunista. Por diferentes motivos, ambos comparten el mismo interés en indagar
en la historia reciente de la familia, sobre todo en las relaciones secretas de
la bellísima y enigmática viuda, Mercedes
Pombo. En la fragmentada sucesión de encuentros y tiempos, se superponen y
complementan las versiones, que van reconstruyendo los hechos fatídicos que
dieron origen a la ceremonia, pero también surgen aciagas revelaciones de
ocultas relaciones eróticas en el ambiente espeso y violento de la posguerra.
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