Lo que queda por vivir
es esa etapa de la vida que, una vez superada la madurez, se abre por delante de todo ser humano en un momento crucial de su paso por el mundo. John Updike se aventura con humor y buen ánimo en ese tiempo y nos revela, a través de sus personajes, el íntimo placer de vivir, desde la perspectiva de la experiencia, el conocimiento y la distancia, los hechos más corrientes, desde las veleidades del amor y del sexo hasta la muerte de los padres o el nacimiento de los nietos. A medida que su propio fin se acerca, esos nuevos héroes cotidianos se adelantan a los acontecimientos como si todo lo presintieran con mágica fragilidad. La memoria aún vívida y la extraña percepción de las cosas lo recubren todo de una hermosa pátina y el pasado va adquiriendo cierta grandeza. Pese a que, como siempre, las parejas se peleen, los amantes se abandonen, los niños alboroten y los hogares estén ya marcados por la usura del tiempo, Updike crea un mundo donde la inocencia se empeña en subsistir y los refrescantes inicios parecen imponerse a las inevitables pérdidas.