De las peripecias del ya célebre y
entrañable Harry «Conejo» Angstrom,
que conforman en cuatro novelas el cuadro más completo de la «intrahistoria»
reciente de Estados Unidos, sólo nos faltaba la penúltima, Conejo es rico, que cubre
la década de los años setenta del pasado siglo y cuya publicación hemos ido
postergando para dar paso a las obras más recientes de John Updike, que, a sus setenta años, está más imaginativo y sabio
que nunca.
Desde que Harry Angstrom, en Corre, Conejo (Andanzas 128 y Fábula
56), se largara de casa sin previo aviso, abandonando a Janice y a Nelson, han
pasado veinte años, y diez desde los febriles acontecimientos descritos en El
regreso de Conejo (Andanzas 179). Harry
ha conseguido por fin disfrutar de una considerable prosperidad como jefe de
ventas de Springer Motors, un concesionario de Toyota en Pennsylvania. En 1979,
el Skylab describe su órbita
triunfal, el precio de la gasolina sube vertiginosamente, el presidente de
Estados Unidos sufre un colapso mientras corre una maratón, y una inflación en
alza coincide con un momento de desaliento nacional. Sin embargo, Harry se encuentra en buena forma,
dispuesto a disfrutar por fin de la vida... hasta que su hijo regresa del Oeste
y reaparece un antiguo amor. Pese a todo, el incombustible Conejo seguirá buscando, a su excéntrica manera, el arco iris de la
felicidad